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Tribuna:LOS MADRILES
Tribuna
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El Viaducto

Fijada para siempre, por la muerte, la universalidad, de Borges, habría que reseñar ahora, a una semana de su fallecimiento (siempre hará una semana de su fallecimiento), las universalidades menores, esas otras universalidades locales en que también participó, cuando no las hizo nacer: por ejemplo, la madrileña. Lo que une a Borges con Madrid me parece a mí que es el Viaducto. Madrid de los años veinte, erizado de vanguardismos. ¿Hay una generación del Viaducto, que sería una generación futurista, creacionista, racionalista, gerardista? Creemos que sí. El veterano de esa generación es Corpus Barga, que se arroja desde el Viaducto a París, y no a las estrellas, como pretendía Alejandro Sawa. Borges llega a España y se encuentra el Madrid literario, nóvísimo, partido entre Cansinos-Assens y Gómez de la Serna. Borges, avecindado en Quevedo, no opta por Ramón, que sería el Quevedo del ultraísmo, sino, con opción muy suya, por Cansinos. Vista las cosas con despacio, Cansinos es más hermano suyo de leche bíblica, y Borges viene a ser algo así como el sobrino de América de Cansinos. El Viaducto es, entonces, el puente por donde pasar muy naturalmente de Buenos Aires a París, con parada y fonda (o posada del Peine) en Madrid. Por ahí, por el Viaducto -racionalismo arquitectónico madrileño, casi "cubisino" aplicado- pasan el chileno Vicente Huidobro, el santanderino Gerardo Diego (que siglos más tarde compartiría el "Cervantes" con Borges) y pasaría don Pedro de Répide, el erudito de la generación del Viaducto, el vanguardista hacia atrás, hacia la Historia, con su maquillaje de cómica, más que de cómico, y su medio tacón.El Viaducto es nuestro puente de los suspiros y de los suicidas. Suspiros borgianos de entreguerras y suicidas madrileños de todas las guerras.

Luego, después de la civil, varios alcaldes invictos quisieron tirar el Viaducto. El último, Álvarez/Álvarez. Atentaban contra un momento lúcido de Madrid, detenido en hormigón y versos. Pero atentaban también, y no lo sabían, contra un retazo del paisaje madrileño y juvenil de Borges.

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