Roca, por sevillanas
-What are they doing? (¿Qué hacen?).-He's the president. (Es el presidente).
A pesar de los sondeos electorales, Miquel Roca logró ser confundido con el presidente del Gobierno español por dos viejas damas inglesas, que se abalanzaron a fotografiarlo cuando entraba ayer al mediodía en el hotel Macarena-Sol de Sevilla, para cerrar su campaña andaluza. La atención de las turistas había sido despertada al ver a tres militantes del PRD aplaudiendo con furia a Roca mientras éste, recién aterrizado de Barcelona, estrechaba la mano a un policía nacional en la puerta del hotel.
Y es que ser estos días turista en Sevilla es algo que da lugar a muchas emociones. El jueves, dos hoteles fueron desalojados por amenazas de bomba y en uno de ellos -en el Macarena-Sol, precisamente- estalló un artefacto que hirió a un industrial extremeño.
Un salón de hotel, de ecléctico estilo -mitad Versalles, mitad exposición sevillana de 1929-, reunía a unos 300 militantes del PRD que contemplaban cómo Roca cerraba su campaña en Andalucía.
A las tres de la tarde, y con la modestia gastronómica que ha caracterizado la campaña de Roca, los camareros repartían entre los simpatizantes cerveza y fino a chorros y algunas bandejas de canapés y fritos. Desde el estrado, tres palmeros y un guitarrista desgranaban sevillanas. "El señor Roca es el más andaluz que hay ahora aquí", saludó uno de ellos antes de comenzar a cantar Promesa andaluza, canción de sugerente estribillo: "Verás que el tiempo pasa, pero queda una promesa...", "mi pensamiento se pierde por la senda de tu pelo...".
Mientras buena parte de los simpatizantes reformistas sevillanos se lanzaban a bailar sevillanas, Roca, modesto, se retiraba a un rincón, preservando su imagen de frivolidades. Una rumba clausuró el folklórico recital reformista.
La muestra humana del mitin de Roca en Sevilla no servía para desvelar el misterio que representa el tratar de saber de qué estratos sociales piensa sacar el reformista catalán sus votos andaluces. Si se indaga por los mentideros sevillanos, la respuesta que se encuentra es que los reformistas de Andalucía se encuentran entre los yuppies, la gente profesional y guapa con mentalidad de triunfo. "Aquellos que van a jugar al squash de Antares", señala un conspicuo dirigente de la izquierda sevillana, refiriéndose a un local de moda. Pero si el arrugado traje de lino es el uniforme que identifica a los yuppies en esta calurosa época del año, no había ayer yuppies en el hotel sevillano en el que Roca cerró campaña. Abundaba el tergal en los hombres y los generosos escotes en las mujeres.
Roca, más mitinero que de costumbre, intervino con frecuentes "Ole, ole" que le interrumpían, tratando de contestar, aunque fuera a última hora, la consideración, muy extendida en Andalucía, sobre qué pinta un nacionalista catalán apoyando una candidatura para las autonómicas andaluzas. Ante una clientela escasa pero entusiasta, el líder reformista se contagió del lenguaje local al afirmar, señalando el aspecto circunspecto del candidato del PRD al Gobierno andaluz: "Hasta ahora, el esaborío era yo, y ahora veo a Luis Marín con una cara que pa qué".
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