El lanzamiento,
ALFREDO RELAÑO Frente al fútbol actual, de marcaje estrecho, toque corto en el centro del campo para asegurar el balón y evítar el contraataque del contrario desde una zona próxima a la propia portería, el lanzamiento largo subsiste aún como una suerte antigua que todavía lo permite progresar a un equipo, superar el pressing en la. media y presentarse con rapidez. Pero el tiempo ha hecho cada vez más dificil la práctica del lanzamiento.
Nunca debe confundirse el lanzamiento con el pase largo del estilo inglés. Este último es, el boleo para adelante, rifando la pelota, como se dice en Argentina, para que el delantero propio la pelee virilmente con el defensa contrario. El lanzamiento se distingue porque posee dos condiciones: intención y precisión. No se utiliza continuamente, sino cuando hay lugar para ello. Y no rifa la pelota, sino que tiende a lanzarla hacia el claro o hacia la espalda de la defensa contraría, con ventaja para el delantero.
El lanzamiento es cosa de dos; casi más del receptor que del lanzador. El primero es el que: marca la dirección del pase, corriendo hacia el claro; el segundo pone la precisión en el lanzamiento. La jugada sólo resulta si hay complicidad entre ambos, si el primero ha visto el hueco y tiene velocidad para buscarlo y si el segundo ha entendido la intención del primero y tiene el suficiente toque de balón como para colocarlo a 30 o 40 metros de distancia, en el punto justo en que pueda coincidir con la carrera del compañero.
El buen lanzador pega al balón por abajo, de manera que sale de su pie con un movimiento giratorio sobre un eje horizontal y en la dirección de una rueda que retrocediera justo lo contrario de: la folha seca. Con ese efecto invertido el lanzador consigue que con la misma potencia de pegada el balón llegue más lejos, lo que le ayuda a tener más precisión, y al tiempo consigue que, cuando al final de su vuelo alcance el suelo, esa rotación hacia atrás le haga frenarse, en el bote y quedar en mejor disposición de ser controlado por su compañero. España ha tenido espléndidos lanzadores en Luis Suárez, Velázquez y Marcial, y los ha llevado a este Mundial, con Gallego, Francisco y Míchel. Los años sesenta hicieron coincidir una espléndida generación de lanzadores, entre los que se contaba Rivera, Gerson, Overath y, Netzer.
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