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Tribuna
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Izquierdas

Ser de izquierdas sigue siendo complicado o, mejor dicho, vuelve a ser complicado. Al margen de problemas metafísicos o de definicion racional, es difícil ser de izquierdas en esta España donde se prefigura una hegemonía de la desmemoria unida a la desconfianza de todo futuro. Se comprende sobre todo en esas capitales de pequeñas provincias o en esos pueblos de interior interiorizado donde los izquierdistas llevan una estrella probablemente roja y de doce puntas sobre el pecho, para poder ser señalados por los dedos y las miradas.En este país centrado, céntrico y centrista, la izquierda recupera poco a poco sentido de pasado y de futuro. Es la excepción que trata de no confirmar ninguna regla y en esas capitales pequeñas o de provincias, o en esos pueblos de interior interiorizados, el izquierdista vuelve a exponerse a un cerco de prevención y silencio, un trazo de tinta oficial sobre su nombre. La amenaza también existe en las grandes capitales, pero no es lo mismo. En las grandes capitales la inquisición es más denunciable y la solidaridad puede cuantificarse hasta convertirse en escándalo.

Un izquierdista de pueblo castellano me dice que en su lugar no le saludan por la calle incluso los que le votan. Es el rojo histórico, es decir, el que lo fue, el que lo es y el que lo seguirá siendo. Demasiada tenacidad, demasiado escandalosa la fidelidad a los principios y la confianza en el futuro, más allá de la mediocre miseria del presente. Hay quien le echa valor histórico al desafío moral, pero hay también quien teme que se le complique la vida ya de por sí tan complicada. Hay pruebas. Se sabe que eres de izquierdas y al día siguente te retiran el saludo y la subvención, se sabe que has dicho que no y te cubren de sal para que no crezcas. Y a pesar de todo aún quedan gentes más tozudas que las amenazas, a pesar de todo aún quedan inversores en sacrificio histórico que no esperan recibir dividendos. Puede tratarse de energía moral malgastada. Pero en este mundo de yuppies emergentes, supervivientes flotantes y perdedores sumergidos aún queda mucha lente dispuesta a luchar por lo que es evidente.

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