_
_
_
_
_
LA CAMPAÑA ELECTORAL

Suarez trata de forzar un 'cuerpo a cuerpo' con González

CAMILO VALDECANTOS ENVIADO ESPECIAL, Adolfo Suárez, líder del Centro Democrático y Social (CDS), casi cumplido el primer tercio de la campaña electoral, sigue buscando con insistencia el 'cuerpo a cuerpo' dialéctico con Felipe González, en particular, y con el PSOE, en general. "Felipe González no me aguanta la mirada, no tiene autoridad política ni autoridad moral para enfrentarse a mí en un debate" decía el jueves por la noche en la cena-mitin que celebró en Valencia. Ayer en Zaragoza llegó a más, al responder a una pregunta, en conferencia de prensa, sobre si el PSOE le había propuesto en algún momento ingresar en el partido. Lo negó rotundamente, pero añadió: "Aunque me temo que algunas cosas que me llegaron por algún sitio podían insinuarlo, pero no puedo afirmarlo".

Suárez volvió a demostrar anoche una gran capacidad de convocatoria, llenando por completo el teatro Fleta, donde dio un mitin seguido con entusiasmo por más de 2.000 personas.Todo parece una escalada prevista, que intenta compensar la precariedad de medios económicos con que actúan Suárez y el CDS. Desde el despliegue avasallador de Convergéncia i Unió (CiU), con la efigie de Miquel Roca en Barcelona, hasta la presencia importante del PSOE, del PRD o de Coalición Popular en vallas y carteles, el CDS apenas ha podido colocar unas docenas de carteles y vallas en cada ciudad que ha ido visitando su líder.

La táctica, sin embargo, parece que ofrece resultados. Suárez ha conseguido que Alfonso Guerra le ataque, que responda a la posibilidad de gobernar en minoría, y que Txiki Benegas, en la propia Zaragoza, arremetiese con dureza contra su gestión de gobierno al frente de UCD. Ayer, durante las seis horas que tardó el autobús electoral de Suárez en recorrer los 500 kilómetros de autopista que separan Valencia y Zaragoza, el reducido equipo que acompaña a Suárez en su recorrido no ocultaba su satisfacción por el hecho de que los socialistas respondieran. Consideran, sin duda alguna, que ello beneficia a la popularidad de su candidato.

Ataques a Felipe González

El jueves por la noche, en Valencia, durante la cena-mítin multitudinaria (mientras su mujer, Amparo, seguía las intervenciones de Suárez, arrobada, desde un discreto lugar del comedor), Suárez insistió en atacar a Félipe González; para eso, dedicó buena parte de la cena, antes del mítin, a seguir con auriculares la intervención del presidente en la Cadena SER y a tomar notas de sus respuestas.

"Cómo se puede decir que yo he practicado el nepotismo porque tuve a un cuñado como secretario particular?", repitió ayer varias veces durante el viaje, refiriéndose a una afirmación de Felipe González en su intervención radiofónica.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

En Zaragoza las preguntas de los informadores le dieron pie para ataques más serios y más sibilinos: "Ellos han vivido de la reforma militar que nosotros iniciamos", dijo, refiriéndose al Gobierno socialista, y añadió que las gentes del PSOE "practicaron la elegancia social de sentar un militar a la mesa durante el año 1980". Inmediatamente después, al contestar a una pregunta sobre el 23-F y enlazando con esos contactos mencionados, dijo en tono críptico: "Yo sé algunas cosas más, pero ésas son las que no voy a contar".

El líder del Centro Democrático y Social -ayer, por primera vez en la campaña, se le recordó su condición de duque- sigue ignorando a Fraga y a Roca, salvo que se le formule una pregunta sobre ellos. Hacia el reformista Roca se muestra cortante y sin concederle categoría de adversario con entidad: "Es un brillante diputado, pero todavía no ha sido tu concejal". Hacia Fraga se muestra respetuoso, aunque a veces, como ayer, logra la diana de una referencia mordaz: "Lo malo del señor Fraga es que tiene un problema para cada solución".

La jornada electoral de Valencia, tras su estancia de unas horas en Sagunto, parece haberle animado considerablemente. Llegó al autobús desde el cine donde había actuado en el puerto chorreando sudor, con la camisa calada, tras ser estrujado, besado y abrazado por el gentío que se congregó a la salida del local; subió al vehículo exultante, en plena borrachera del político que se siente triunfador, y se sentó inmediatamente con los informadores que cubren su campaña para explayarse tras el éxito. Se sentó bajo una salida de aire acondicionado y llegó al hotel tiritando.

Un par de aspirinas y un baño de agua caliente volvieron a dejar a Adolfo Suárez en forma para continuar tragando kilómetros, conferencias de prensa y mítines, cuando todavía le restan 15 días para saber si el esfuerzo tendrá fruto.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_