Mujer y elecciones
La mujer y sus problemas específicos están ausentes, una vez más, del debate sobre las elecciones, según explica la autora de este artículo. En él se hace notar la escasa presencia femenina en las listas de candidatos y el silencio en tomo a la ampliación de la ley del aborto por parte del PSOE, que por el momento no ha incluido ninguna referencia en sus propuestas electorales.
Estamos en período electoral, una de las pocas ocasiones en que los políticos bajan a la calle y se pide la participación de los distintos sectores sociales en La construcción democrática de este país. Para no perder la costumbre, una vez mas comprobamos que las mujeres y sus problemas están ausentes del debate, y, aunque suene reiterativo, hemos de volver a hablar de las listas electorales y del aborto. Dos de los problemas que no han sido resueltos en estos 10 años de transición y democracia; dos temas que afectan a las mujeres, pero que también son un buen indicador del desarrollo de nuestra democratización.La lectura de las listas electorales es bastante significativa: casi no hay mujeres. en ellas con posibilidades de ser elegidas. En cuanto al aborto, es cierto que ya tenemos una ley, pero ¿de qué ha servido?. Desde que entró en vigencia hace casi un año, sólo 152 mujeres han podido acogerse a sus beneficios. Otros miles no han podido hacerlo porque no se encuentran entre los casos permitidos por la ley o por que el boicoteo de la. clase médica, que recibió el inesperado regalo de Ministro de Sanidad, se lo ha impedido. La aplicación de la ley ha demostrado ya con creces que no servirá para eliminar los abortos clandestinos y sus consecuencias para la vida y la salud de muchas españolas; por eso miles de personas han solicitado al Gobierno su revisión. A pesar de ello, las últimas noticias señalan que el PSOE ha decidido no incluir la ampliación de la ley en su programa electoral.
La justificación ofrecida para esta decisión se basa en que las encuestas indican que los españoles no están aún dispuestos a aceptar esta medida. Sin embargo, como no se ha entregado información suficiente, es difícil aún poder confirmarlo. Por el contrario, algunos datos filtrados permiten suponer que más bien ha habido un aumento de las personas que consideran que la ley es restringida y que aceptarían su ampliación para incluir la causa social. Interesante es notar que este cambio se ha producido sin que haya habido una buena campaña de información pública sobre el derecho al aborto. A los españoles no se les ha explicado que la decisión de abortar es una cuestión de conciencia: algunos la aceptarán y otros no. Pero estar en contra del aborto no necesariamente conduce a estar a favor de que las mujeres que deciden abortar deban ir a la cárcel. Aborto y derecho al aborto no son la misma cosa.
Es posible que esta información hiciera cambiar radicalmente a la opinión pública; los españoles han mostrado en muchas ocasiones que son sensibles a la ratificación de los derechos individuales democráticos.
Sorprende el razonamiento del Gobierno en este tema, pues es vmuy diferente al que se nos ofreció en el caso del reciente referéndum sobre la OTAN. En aquellos momentos una mayoría de españoles estaba contra la permanencia de España en dicha alianza militar. Sin embargo, se consideró beneficioso para la democracia hacer una gran campaña para cambiar la opinión pública de modo de poder servir a lo que el Gobierno entendía que era el interés de España. ¿Debemos pensar que hacer posible que las mujeres que así lo desean puedan abortar en condiciones semejantes a las europeas no redunda igualmente en el interés de España? Si el Gobierno tiene tantas dudas sobre lo que piensan los españoles, ¿por qué no convoca también en este caso a un referéndum? Podría exponer su postura (que suponemos que es la que aprobó hace varios años en un congreso, favorable al aborto) e intentar cambiar la opinión pública, a lo mejor con el mismo éxito que en el caso de la OTAN.
¿Qué se requiere para ello? Un profundo compromiso con la democracia, más allá de lo que se piense de las reivindicaciones feministas. Lo que fue bueno para mantenernos en la OTAN también debería serlo para que se defienda un derecho individual de las mujeres. Una buena práctica democrática del futuro sería normalizar la existencia de referendos para que la población pueda decidir sobre otros temas que también le conciernen: la salud y la vida de las españolas pueden ser tan importantes como las necesidades de defensa. También sería un aporte a la democracia que las mujeres de este país estuvieran debidamente representadas en el Parlamento, lo que sólo depende de la voluntad política d e los partidos.
Pocas candidatas
Las listas electorales nos han mostrado que la clase política de este país, cuya indudable vocación democrática no ignoramos, no parece haber tomado nota de ello. La ausencia de mujeres en la legislatura anterior no sólo ha sido una cuestión española: la incorporación de España al Parlamento Europeo ha hecho descender su porcentaje de mujeres parlamentarias. La Regada de los españoles ha tenido malas consecuencias para la igualdad sexual de esta institución europea, caracterizada por su apoyo a las políticas que favorecen la eliminación de la discriminación sexual. Pues bien, no parece que los Partidos políticos se. hayan decidido a corregir esta situación a la vista de la escasa prefencia de posibles diputadas en las listas electorales.
Sería bueno que los socialistas, que han insistido tanto en nuestra integración en Europa, conocieran mejor la política de los socialdemócratas nórdicos sobre la discriminación y hasta, ¿por qué no?, siguieran el ejemplo de sus colegas noruegos. Quizá sería útil, además, que nuestros -políticos leyeran a J. S. Mills, que ya decía hace dos siglos que la mejor manera de evaluar el progreso de una sociedad es observar la situación de las mujeres. Las recetas económicas no es lo único que deberían tomar prestado del liberalismo: un poco de fe en la defensa de los derechos de las mujeres como un aporte a la democratización de este país también podría resultar interesante. Si no para ellos, sí para las mujeres.
Do cualquier manera, las mujeres deberíamos tomar buena nota de las lecciones que estos hechos políticos nos ofrecen y darnos cuenta de que sin organización, sin presión y sin movilización poco vamos a lograr en el futuro. La confianza en la vocación democrática de nuestros patriarcas políticos no parece de momento justificada.
Judith Astelerra es profesora de Sociología en la universidad Autónoma de Barcelona
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