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Juan Carlos Mestre

Un premio Adonais trabaja en la difusión cultural en Chile

Juan Carlos Mestre, leonés, de 29 años, periodista y poeta, dirige desde hace dos años, en la universidad chilena de Concepción, el área de difusión cultural. En 1985 obtuvo el Premio Adonais con su obra Antífona del otoño en el valle del Bierzo. Lo que en un principio fue una apuesta entre amigos, se convirtió para el poeta en realidad, desafiando el incómodo destino de su obra: visitar editoriales. Comparte la esperanza colectiva de los que luchan por la libertad en Chile e intenta ayudar a resistir al pueblo mediante la poesía".

Juan Carlos Mestre recuerda haber vivido en sus primeros años una educación sacra a la sombra del gótico y el románico de Villafranca del Bierzo. Una niñez vigilada, amenazada por "una religión posesiva y limitante", mientras su personalidad despuntaba ya entre las más rebeldes del lugar. La amistad con el poeta Gilberto Núñez Ursinos, que se quité la vida en un arrebato de muerte romántica a los 30 años, marcó de manera definitiva el futuro de Mestre.Después de siete años de Milítancia en el PCE, se alejó del partido al inicio de los años ochenta por su posición crítica. Tras su salida forzosa de Mundo Obrero, formó parte del Consejo de Redacción de la revista Ajo Blanco en su última época. Entonces conoce a la que hoy es su compañera, la pintora chilena Alexandra Domínguez, y se lanza a, la incierta aventura que supone hacer poesía en Chile, "ese único espacio de libertad posible".

Para Juan Carlos Mestre, la poesía es un compromiso de libertad con el pueblo chileno. "Uno forma parte allí del colectivo que mantiene encendidala pequeña luz dentro de la oscuridad absoluta del medio. Cualquier pequeña actividad,que uno realiza se convierte en un paso adelante, en una sobrevivencia, en una suerte de resistencia intelectual frente a un medio hostil".

Sin llegar a considerarse pieza fundamental del entramado de personas que esperan el cambio en Chile, Mestre comparte con, ellos la esperanza colectiva de un pueblo que sueña y lucha por la libertad. Desde hace varios años, bajo esta actitud reflexiva Mestre forma parte de la organización Amnistía Internacional. No obstante, está convencido de que "el discurso del poder no puede correr paralelo al discurso intelectual. El poeta siempre tiene que ser un disidente". Ser disidente en Chile puede ser fácil; lo que resulta más difícil allí, indica Mestre, es "ayudar a resistir al pueblo mediante la poesía. Esto quizá sea difícil de entender aquí, en España, hoy, pero hace poco tiempo nosotros nos encontrábamos en la misma situación y la poesía de Lorca, Celaya y otros muchos nos ayudaron a resistir hasta la llegada de la democracia".

Esta receta contra el pesimismo social ha ayudado al poeta en sus últimos cuatro años de estancia en Chile. "En la distancia recuperé la voz de un pueblo que se ha puesto en pie, como es la cultura leonesa. Iban apareciendo las voces de otros poetas, para mí próximos, y con los que me he identificado por la línea de la tradición, como son. Antonio Colinas, Julio llamazares, -Antonio Pereira y Antonio Gamoneda". En ese recuerdo, "bajo el impulso del arraigo", asegura haber escrito Mestre la breve obra ganadora del Premio Adonais. Tan sólo una duda ronda en la cabeza del poeta: "Si servirá para algo el galardón". De momento, lo que sí le ha permitido es visitar de nuevo las altas torres de la colegiata de su pueblo, las mismas que fraguaron en él el espíritu contestatario que cada día en la universidad de Concepción intenta traslucir a los jóvenes en retazos de poesías inofensivas.

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