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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Del debú del busto

Sus compañeros de Casa de la radio la recibieron con un rugido de león, con toda probabilidad el de la Metro. La expectación en torno al relevo de Julio César Iglesias por Concha García Campoy ante los micrófonos de Radio 1 se resolvió con facilidad entre parabienes. La morena rotunda de los telediarios del mediodía conduja el lunes sus dos horas debutantes de radio pública con facilidad y alegría. Los oyentes, que desconocían su pasado como locutora de Radio Ibiza, esperaron inútilmente ese trance penoso de la comunicadora enredada en la madeja de nervios que exhibe voz temblorosa.Tampoco se cumplió la fatalidad presentida de echar de menos su cara, esa frustración que deriva del vacío dejado por el busto parlante de la gran sobremesa nacional al acceder al medio de la invisibilidad-radio. En este caso, la imagen radiofónica se sobrepuso con su carga sugerente, su espontaneidad y flexibilidad al corsé, inherente al parecer a la imagen televisiva, o al menos a la imagen de los bustos de noticias por TVE, ataviados de esa solemnidad sin la cual es como si nada de lo revelado fuera verosímil.

La sensación de que TVE nos había hurtado esta voz cálida, dúctil y carnosa, oculta bajo una apariencia visual deslumbradora, acompañó en esos momentos a un escucha voyeurizado para la ocasión.

Decir que las dos horas pasaron veloces es tan cierto como que el resultado fue ligero, fresco, trivial... y escaso de tiempo. La marcha de Julio César Iglesias a la SER con su Carrusel del Mundial ha obligado "a reestructurar las mañanas de RNE. Y así, Casa de la radio viene ahora precedida por una hora de debate (de nueve a diez) a cargo de Luis de Benito, y seguida (a esa hora en que sonaba el Ángelus) por El reloj, informativo de Victoria Prego, seguido de un especial deportivo sobre el Mundial.

Pasatiempos

El magazine quedó, pues, reducido. Con la debutante se han incorporado consultorios y pasatiempos. Todo ágil, pero corto, banal y breve. En clave lírica se desarrolló un quién es quién, en el que Vicente Parra y Amancio Prada tenían que adivinarse sus respectivas identidades al teléfono, y lo consiguieron, pero equivocándose en principio Parra, que creyó que el otro era Amancio el futbolista, que ya es errar.

El consultorio-coloquio sobre los sueños deslizó a un oyente despistado que nos habló de su tromboflebitís, y puestos a votar por quién es más yuppie, entre una galería menguada de triunfadores, las oyentes otorgaron el título a Lalo Azcona, que impuso la seducción de ganar al mes un sueldo de siete cifras.

Lo había advertido al principio la debutante García Campoy: "Venimos dispuestos a hablar de lo humano más que de lo divino".

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