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ELECCIONES, EL 22 DE JUNIO

Las relaciones de CDC y el PRD se han movido en un clima de ambigüedad calculada

C. P., La noche del 22 de octubre de 1982, mientras los socialistas celebraban la mayoría absoluta recién conquistada, Miquel Roca declaraba por televisión que España necesitaba un partido de centro. El 19 de noviembre de ese mismo año, el portavoz de la Minoría Catalana declaraba a EL PAÍS que Convergència Democrática de Catalunya (CDC) -su partido y el de Jordi Pujol, presidente de la Generalitat- quería "propiciar, estimular, avalar, ayudar a hacer" una operación de centro en España.

Roca hablaba en nombre de Convergència, pero hasta mayo de 1984 Jordi Pujol, triunfador de las elecciones autonómicas catalanas del mes anterior, no comprometió oficialmente a su partido en la operación Roca, que era el nombre con que significativamente era conocida la iniciativa reformista.

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Pujol debió de dar luz verde a la operación desde el primer momento pero se mantuvo en un discreto segundo plano, dejando hacer a Roca, fiel a su filosofía de que para hacer una política determinada hay que ir montado sobre distintos caballos, cada uno de los cuales tiene sus bríos particulares.

Las bases más nacionalistas de Convèrgencia se inquietan cuando desde Esquerra Republicana les advierten de que la aventura española es peligrosa para los nacionalistas y que además es inútil. Pero sólo unos pocos dirigentes levantaron la voz en el pasado para criticar la operación o simplemente para expresar sus dudas. Y hace tiempo que han callado.

Ramón Trias Fargas, presidente del partido, al principio intentó descalificar el proyecto de Roca, con quien estaba enfrentado personalmente desde 1978, pero bastó un gesto de Pujol para que cambiara de opinión e hiciera declaraciones de fervorosa confianza en el reformismo. Hoy es candidato al Senado, cerrando filas al lado del líder del PRD.

El poder de Roca

La operación reformista tuvo críticos más ideológicos en Convergència, que planteaban escrúpulos desde una vertiente nacionalista. Jaume Ciurana, fallecido hace unos meses, presidente del partido en Barcelona y miembro de la vieja guardia, se había expresado en contra, pero Pujol intervino y logró que hiciera unas declaraciones, favorables. Josep Marla Cullell, conseller de Economía y Hacienda de la Generalitat, también ha acabado aceptando un proyecto en el que decía no creer. Josep Maria Ainaud de Lasarte discrepó igualmente, según quien le conoce bien, aunque eso no trascendiera.

Roca, que controla el aparato del partido y es la verdadera alternativa a Pujol, se ha ganado incluso a miembros del sector histórico, con el que estuvo enfrentado en el pasado, como Francesc Gordo, gerente de su campaña electoral y en la actualidad verdadera mano derecha del líder reformista.

El líder reformista ha puesto buen cuidado en no comprometer excesivamente a Convergència. Formalmente, entre CDC y el PRD únicamente existe un acuerdo para constituir un comité de enlace, encargado de elaborar un programa de gobierno común y de designar un candidato conjunto a la presidencia del Gobierno.

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