La eventual victoria de Waldheim hace pensar en el relevo de Sinowatz
La eventual victoria del candidato conservador y ex secretario general de las Naciones Unidas, Kurt Waldheim, en la segunda ronda de las elecciones presidenciales austriacas del 8 de junio podría suponer el cese del canciller federal, Fred Sinowatz. La fuerte derrota de los socialdemócratas del Partido Socialista de Austria (SPOE) en la primera vuelta, en la que Waldheim, pese a no lograr la mayoría absoluta (por sólo tres décimas), quitó votos al candidato del SPOE incluso en sus más tradicionales feudos, ha replanteado con fuerza, según el semanario vienés Profil, la posibilidad de un relevo de Sinowatz en la jefatura del Gobierno, que ocupa desde la retirada de Bruno Kreisky en 1982.
Profil, que sacó a la luz los primeros documentos contra Waldheim por su supuesto pasado nazi, señaló en su edición de ayer que el candidato con más posibilidades de relevar a Sinowatz en caso de victoria clara de Waldliem el 8 de junio, es el actual ministro de Hacienda, Franz Vranitzky.Pese a las nuevas acusaciones contra el candidato conservador presentadas en Ginebra por el Consejo Mundial Judío (WJC), Waldheim sigue siendo claro favorito en esta segunda ronda. En la primera logró el 49,7% de los votos, con una ventaja de más de cinco puntos sobre su más inmediato rival, el socialdemócrata Kurt Steyrer. A pesar de que la campaña electoral ha bajado notable mente de tono en las últimas semanas, se prevé que en los días previos, a la consulta se intensifiquen las acciones de protesta contra Waldheim y se da por seguro en Austria que aún saldrán a la luz más documentos que traten de probar una implicación directa de Waldheim en los crímenes de guerra cometidos por el Ejército alemán en los Balcanes, donde el ex secretario general de la ONU sirvió como teniente.
Los documentos publicados en Ginebra no aportan novedades a las acusaciones ya vertidas contra Waldheim y sólo fortalecen la posición moral de aquellos que le acusan de ocultar deliberadamente la verdad a sus electores. El candidato conservador se defiende argumentando que los yugoslavos incluían en las listas de criminales de guerra a todos los oficiales alemanes, y que él había sido acusado de crímenes por compañeros suyos capturados en Yugoslavia en un táctica habitual tras la caída del frente consistente en acusar a aquellos que ya estaban a salvo.
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