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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La inauguración del Reina Sofía

HOY SE inaugura el Centro de Arte Reina Soria, el recinto más amplio y monumental de todos los que hasta ahora se han destinado a actividades estéticas en España. El edificio actual es el resultado de la restauración del antiguo hospital general para hombres, construido en el siglo XVIII bajo la dirección de José de Hermosilla y Francisco de Sabatini. Cuenta con 40.000 metros cuadrados, la mitad útiles, distribuidos en seis plantas, alrededor de un jardín de 4.800 metros. La belleza de esta arquitectura, a cuya recuperación ha contribuido la esmerada obra de restauración, pedía, probablemente, una inauguración menos precipitada que la que va a celebrarse hoy.De esta precipitación, a la que han guiado razones, electoralistas, da cuenta en primer lugar que el centro se abra sin director o configuración administrativa, con sólo un acondicionamiento del 27% de su espacio útil. Probablemente, el Reina Sofía representa hoy el símbolo de mayor escala sobre la utilización política del acto de inaugurar, pase lo que pase, una vez que la cinta se ha cortado. Desde 1980, con un Gobierno de UCD y siendo Soledad Becerril ministra de Cultura, se habían venido realizando las obras de restauración, a cargo del arquitecto Antonio Fernández Alba. Inicialmente se habló de hacerle cumplir una misión de servicio cultural para Madrid, al estilo de otros centros, como los culturales del antiguo cuartel deLConde Duque o el Villa de Madrid. Con este proyecto el edificio albergaría los museos de Reproducciones Artísticas, del Pueblo Español, salas de exposiciones de la Biblioteca Nacional, Museo Español de Arte Contemporáneo (MEAC), centro de investigación, videoteca, fonoteca y filmoteca. Este gran número de dedicaciones parecía atender a la necesidad de rellenar un aforo gigantesco sin que se hubiera estudiado suficientemente la existencia de una idea-marco que las presidiera.

La nueva concepción oficial que, tras sucesivos vaivenes, se presenta ahora es la de utilizar esa majestuosa instalación para presentar la realidad del arte contemporáneo español. Supondrá esto, de una parte, el traslado del MEAC desde la Ciudad Universitaria y de la sala Ruiz Picasso desde la Biblioteca Nacional. Y de otra, hasta completar seis áreas de expresión contemporánea, la creación de un departamento de diseño, otro de difusión de música, otro de documentación y uno más de programas educativos. Las tres exposiciones que se abren hoy definen, sin embargo, muy directamente en sus títulos (Espacios para la cultura, Procesos, cultura y nuevas tecnologías, Referencias e identidades) la evocación del modelo francés, a la manera del Centro Pompidou, que en algún momento se consideró como idea central. Bueno sería también que, como el Pompidou, la Administración española no escamoteara esfuerzos en buscar una dirección profesional competente y encontrara de paso el modo de procurar hacer lo menos onerosa posible la marcha del Reina Sofía. La experiencia de otros centros internacionales de este género enseña que un estatuto de autonomía, una participación de la iniciativa privada y una correcta gestión de empresa por parte de la dirección son bases fundamentales para su buen funcionamiento.

Las prisas con que se ha inaugurado el centro pudieran hacer temer que acabara convirtiéndose en una nave botada con el propósito artístico primordial de la fotografía correspondiente al inaugurador en el momento de lanzar la botella de champaña sobre el casco. Para que la analogía no se confirme y el antiguo hospital no se convierta en un verdadero buque a la deriva, la nueva Administración, tras las elecciones generales, tendrá que completar el trabajo que ahora sólo puede considerarse iniciado. Para después, con los nuevos responsables, es posible incluso que sea preciso restaurar algunas de las dependencias que hoy, con la precipitación de los últimos días, se han llegado a vestir de una arquitectura interior disonante con la estética del edificio.

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El centro cultural de mayor escala y de mayor importancia potencial que, probablemente, existe hoy en España merece un tratamiento de la mayor consistencia por parte de nuestros gobernantes, así como una comprensión del hecho cultural que vaya más allá de la coyuntura apresurada. Estamos a tiempo, todavía para que el proyecto se convierta en un gran paso en la promoción de la estética española. Sería imperdonable que se malograra semejante oportunidad.

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