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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Continuidad en Holanda.

LOS RESULTADOS de las elecciones holandesas han desmentido las previsiones: se esperaba que el impacto del accidente de la central nuclear soviética de Chernobil determinase una oleada de opinión en favor de los partidos, y muy concretamente el socialista, que han llevado a cabo una fuerte campaña contra la instalación de los euromisiles en territorio holandés y contra la construcción de centrales nucleares. No se puede negar que esta reacción se ha producido, pero sus efectos han sido contrarrestados por la popularidad del el líder democristiano Ruud Lubbers gracias principalmente a su política económica. Los votos del partido socialista han progresado de un 30% a un 32,6% del electorado, y este partido ha pasado de 42 a 47 diputados. Pero, a la vez, el partido liberal, el defensor más firme de la política atlántica y de la utilización de la energía nuclear, ha sufrido la derrota de perder nueve diputados y quedar reducido a 27 miembros en el grupo parlamentario. La gran sorpresa de las elecciones ha sido, sin duda, el éxito sin precedentes de la democracia cristiana de Ruud Lubbers, que se ha convertido en el primer partido del país, con el 34% de los votos y 54 diputados, nueve más de los que tenía en la legislatura anterior. Como consecuencia, la mayoría en el Parlamento del Gobierno Lubbers, basado en la coalición de democristianos y liberales, se consolida y dispondrá de 81 diputados. Es decir, cinco más de la mayoría absoluta.El partido socialista, encabezado por su líder tradicional Joop Den Uyl, de 67 años, ha quedado debilitado y no es ya el primer partido del país. En su campaña ha mostrado una evidente incapacidad para renovar sus consignas y su imagen ante los electores. El hecho mismo de qué Joop Den Uyl no haya tenido la voluntad de dejar paso a un líder más joven ha sido un factor que ha provocado descontento en las filas del partido socialista. Por otra parte, ha dado la sensación de que se asociaba a la corriente de opinión pacifista, de importancia en Holanda, para capitalizarla electoralmente. Pero haciendo esto ha dejado en un segundo plano los problemas económicos y sociales que finalmente han determinado el voto de los electores. El partido socialista confió asimismo demasiado en que los sentimientos de preocupación, incluso de angustia, provocados por Chernobil en la población holandesa, como en otros muchos países europeos, iban a reflejarse directamente en votos a su favor. En este sentido precisamente, el presidente Lubbers tuvo la inteligencia y habilidad de tomar la iniciativa y decidió el aplazamiento en la construcción de dos centrales nucleares que debían completar el sistema energético del país. Esta medida del Gobierno debilitó en la mente de los electores la identificación entre voto socialista y oposición a las centrales nucleares.

La elección del martes indica, por otro lado, que empieza a desaparecer una característica típica de la política holandesa: la existencia de numerosos partidos, con presencia parlamentaria escasa, polarizados en torno al ecologismo, el pacifismo, la adopción de políticas nuevas en relación con la droga, la eutanasia, etcétera. En términos generales, el peso de esos partidos ha disminuido e incluso desaparecen del Parlamento los comunistas y un partido racista de extrema derecha. En contraste, el partido Democracia 66, qué surgió con una voluntad de renovación de la vida política y que últimamente había perdido influencia, ha pasado de seis a nueve diputados. Tema central de su campaña ha sido el de la eutanasia, en favor de la cual ha presentado un proyecto de ley que deberá ser discutido en el próximo Parlamento.

Durante bastante tiempo, Holanda ha parecido escapar a la tendencia del funcionamiento democrático contemporáneo que otorga un puesto central a algunos líderes, convertidos en personificación de las opciones. Pero esto ha cambiado y un hecho notorio es el surgimiento de Rutid Lubbers como un líder cuyo carisma se extiende más allá de la democracia cristiana. Por su parte, el dirigente socialista Den Uyl ha expresado incluso el deseo de participar en un Gobierno de coalición encabezado por Lubbers, lo que no es probable que suceda. El éxito de los democristianos les confiere suficiente capacidad de maniobra para que se consolide el centro-derecha en Holanda lo que no es otra cosa que abundar en el crecimiento de las corrientes conservadoras que se registran en Europa.

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