RTVE y las elecciones
LA VANGUARDIALos mítines, que antaño concentraban a las gentes interesadas en oír de viva voz a un líder político, están de capa caída- ( ... ). Los aplausos en los mítines tienen una función parecida a las bandas sonoras de risas con que en algunas series de humor avisan al respetable de que es el momento de soltar la carcajada. Caldean el ambiente, pero donde realmente las decisiones se cuecen es en los hogares.( ... ) Es práctica lógica y aceptada que los espacios gratuitos ofrecidos a la propaganda electoral vayan en proporción a la representación parlamentaria de cada grupo en el ámbito de que se trate. No lo es tanto, o no lo es nada, que la influencia de los políticos sobre los medios llegue al extremo de pretender que el interés periodístico se mida tan sólo por escaños y votos. Si así fuera se perpetuária el reparto de poder y se daría por supuesto que en el panorama político no puede aparecer nadie con ideas que atraigan al electorado si previamente no ha conseguido una parte sustanciosa del pastel del poder en las anteriores elecciones. El interés de una opinión, el atractivo de una afirmación política no pueden medirse automáticarnente por el respaldo electoral conseguido anteriormente. Algún margen de libertad y autonomía debe corresponder al equipo periodístico de un medio para que pueda interpretar con arreglo a criterios profesionales la actualidad sobre la que tiene que informar. Aunque sea la actualidad política.
La distribución de espacios informativos que proyecta implantar la dirección de RTVE, de acuerdo con la representatividad parlamentaria de cada formación, conduce al desiderátum de que la noticia política, tendrá un rígido y apriorístico cronometraje que convertirá en interesante lo que digan los poderosos y en insignificante lo que manifiesten los que no han tenido la fortuna de recibir muchos votos hace cuatro años o sepresenten ex novo. Unos ofrecerán el criterio como pretexto de intachable neutralidad y otros lo propiciarán con una cuenta quisquillosa de los espacios, pero lo que se conseguirá entre todos es reducir el margen de la infonnación periodística y de la autoridad profesional a cero. El día que el telespectador no se interese por lo que dicen los políticos será inútil cronometrar el tiempo de intromisión en la intimidad familiar. Existe algo que se conoce precisamente por efecto bumerán, como esa arma arrojadiza australiana que vuelve al punto de partida. Una cosa es la propaganda y otra la información.
Barcelona, 16 de mayo
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