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Tres muertos en la República Dominicana durante la jornada electoral

Tres personas murieron ayer durante las elecciones en la República Dominicana, según informa la agencia France Presse. Algo más de tres millones de ciudadanos elegían presidente, vicepresidente, diputados, senadores y los representantes municipales, un total de 1572 cargos en todo el país. Hasta el mediodía de ayer (seis de la tarde, hora peninsular española), la jornada había transcurrido con tranquilidad en las calles de la capital y desórdenes en algunas mesas electorales. Para la votación, los electores tienen una papeleta única. Con una sola cruz se elige desde el presidente de la República hasta concejales, sin posibilidad de diferenciar el voto.

ENVIADO ESPECIALCarlos Julio Medina, dirigente local del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), y Mariano Nolasco, militante del Partido Reformista Social Cristiano (PRSC), que representaban a sus partidos en una mesa electoral en Paraiso, cerca de Barahona, a 180 kilómetros al sur de Santo Domingo, fueron alcanzados por las balas de un militar que custodiaba el edificio y con quien habían mantenido una discusión, según informaron fuentes políticas a la agencia France Presse.Por otra parte, un militante del PRD fue muerto en un barrio de Santo Domingo por un miembro del PRSC, según miembros de aquel partido.

Después de la agitación de los últimos días de campaña electoral, en los que se celebraron mítines, masivos, sin duda los más multitudinarios de los países centroamericanos y del, Caribe, la jornada de reflexión del jueves transcurrió en una calma total. Desde la mañana del jueves quedó estrictamente prohibida la venta y despacho de bebidas alcohólicas en todo el territorio nacional. Las calles, que en los días anteriores estaban tomadas por los seguidores de los diferentes partidos, provistos de toda la quincalla electoral, aparecieron casi desiertas en la mañana de anteayer.

A las puertas de los colegios electorales se formaron desde primeras horas grandes colas de gente que esperaban votar. El día amaneció radiante de sol tras cuatro jornadas de lluvia torrencial. Para asegurar la pureza de la elección y evitar que algunos votasen dos veces, la Junta Electoral Central acordó que, además de introducir medio dedo en tinta roja, se afeitarse el vello de un trozo de muñeca de cada votante. De esta forma, la Junta Electoral quiso curarse en salud y evitar las acusaciones de que la tinta no era indeleble. Esta acusación flotó en el ambiente en los últimos días y obligó a sustituir la tinta original colombiana por otra comprada en Estados Unidos.

Ante el edificio de la Junta Central Electoral se habían congregado hacia las diez de la mañana, hora local (cuatro de la tarde, hora peninsular española) unas dos docenas de personas que exigían el derecho a votar. Esos ciudadanos reclamaban que habían acudido a su colegio electoral y no se encontraban en las listas. Estos errores, normales en cualquier elección, excitaron especialmente a los frustrados votantes debido, probablemente, a las múltiples acusaciones lanzadas en los últimos días de campaña por los principales candidatos de que estaba en marcha una operación de fraude. Ni siquiera la circunstancia de que uno de los que protestaban era votante de un partido y otro del contrario conseguía aplacarlos y hacerles llegar a la conclusión lógica de que todo se debía a un error.

Aspecto inquietante

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Las suspicacias están a flor de piel en la República Dominicana. Ése es el único aspecto inquietante sobre el desenlace de estas elecciones. Los tres candidatos a la presidencia, el socialdemócrata Jacobo Majluta, 51 años, del PRD; Joaquín Balaguer, 78 años, del PRSC; y el marxista no leninista Juan Bosch, 76 años, del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), casi se han proclamado ya vencedores la víspera de las elecciones, como si la jornada electoral fuese algo superfluo. Los tres afirmaron que ganarán y sugirieron que sólo el fraude les privaría del triunfo. Para contribuir al tedio y falta de información de la jornada electoral, o quizá para aplacar los ánimos tras los agitados días de campaña, las numerosas estaciones de radio y televisión de la República Dominicana emitieron en cadena un programa único durante todo el día. Hasta el mediodía no se dio ni una sola información. Sólo música y canciones en la radio y un espantoso programa de divulgación científica sobre animales, las actividades de la NASA y hasta la Biblia en la televisión. Daba la sensación de que en el país no ocurría nada. La radio y televisión interrumpían a veces sus tediosos programas para dar instrucciones sobre aspectos técnicos de la votación en forma de comunicados emitidos por la Junta Central Electoral.

Este organismo promulgó una resolución la víspera de la elección, para que los censados entre el pasado 24 de febrero y 5 de marzo votaran en un sobre especial con la inscripción "bajo observación". Esta medida se tomó por las sospechas de que el censo electoral podría haber sido inflado a última hora. Estos temores al fraude provocaron atrasos en algunos lugares.

En la ciudad de San Cristóbal, patria chica del tristemente célebre dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo, se produjeron desbarajustes y considerables retrasos a la hora de iniciarse las votaciones.

La apertura de los colegios estaba prevista para las seis de la mañana, pero dos horas más tarde todavía no habían empezado a votar. La representación local de la junta electoral, para evitar fraudes, sólo repartió a última hora las papeletas y las urnas. Esto provocó un retraso considerable. Algunas personas que esperaban desde las cuatro de la madrugada se mostraban indignadas de que, pasadas las ocho de la mañana, todavía no hubiesen podido votar.

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