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Tribuna:ELECCIONES, EL 22 DE JUNIO
Tribuna
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Los comunistas y la unidad de la izquierda

Es poco probable que halláramos en la vida política española contemporánea un personaje tan contradictorio en su pensamiento y en su quehacer como Santiago Carrillo. Adalid de la unidad de los comunistas y, a la vez, principal responsable de su actual fraccionamiento; guardián del ideal comunista y heterodoxo a ultranza de sus principios ideológicos y teóricos; de palabra, defensor de los métodos democráticos de dirección de un partido y, al mismo tiempo, autoritario, despótico y absorbente; en suma, su trayectoria política, ascendente y descendente, es un continuo zigzag, una verdadera follisca entre sus declaraciones y sus intenciones, en las que prevalecen siempre el personalismo, el protagonismo, su ego.Tal contradicción y personalismo de Carrillo aparecieron bien patentes de nuevo en las pasadas elecciones gallegas, impidiendo que hubiera una representación comunista en el Parlamento autónomo. Hoy, su Mesa, llamada de unidad comunista, no es una opción electoral realista, sino una operación dirigida, a restar votos a la alternativa de izquierda propugnada por el PCE, en favor, por tanto, de las candidaturas del partido socialista, o sea, una auténtica operación diversionista basada en el "yo o el diluvio".

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No son ciertas las aseveraciones de Santiago Carrillo de que en "las actuales circunstancias no existen condiciones para la unidad de la izquierda", de que "a la convergencia o plataforma le estorba la unidad de los comunistas" y de que "la integración de Enrique Líster no es un paso unitario".

Contrariamente a las singulares opiniones de Carrillo, los resultados del referéndum del 12 de marzo, sobre la permanencia de España en la OTAN, han puesto de manifiesto, además de que una parte muy importante de la población es contraria a la permanencia de nuestro país en ese bloque militar, la existencia de una fuerza social y cultural muy considerable a la izquierda del partido socialista.

No puede cerrarse los ojos ante un hecho tan evidente de que la hegemonía de la izquierda, ganada por el PSOE en las últimas elecciones legislativas del 28-O, haya sido malbaratada por el Gobierno socialista, en sólo cuatro años, con su política neoliberal y derechista, tendente a salvaguardar los intereses de los poderes fácticos económicos y a sanear los negocios de éstos, en detrimento de los intereses de los trabajadores en general, y de que en el panorama político de nuestro país se haya perfilado una nueva izquierda, que comienza a vertebrarse en el audaz proyecto de la Izquierda Unida, que deberá forjarse en la fragua de las próximas elecciones autonómicas andaluzas y legislativas.

Por supuesto que la consolidación de esa nueva izquierda no excluye, sino, por el contrario, presupone la unidad de los comunistas como factor importantísimo aglutinador y organizativo. El PCE no se va a diluir en una convergencia o plataforma de la Izquierda Unida; va a fortalecerse y a consolidarse.

La acción mancomunada por articular una alternativa a la izquierda del partido socialista, que atraiga incluso a elementos radicales de éste partido, y por reunificar a los comunistas son dos partes de un mismo proceso de paz, libertad y progreso que no se excluyen, sino que se complementan.

Las dudas de Carrillo

El interrogante que se hace Carrillo sobre si es posible todavía la unidad comunista y la respuesta que se da diciendo que la actual dirección del PCE la hace improbable y que la reintegración de Enrique Líster añade un obstáculo más responden, en conjunto, a su concepción acerca de la propia unidad y del partido comunista como tal La unidad en base al ordeno y mando, la unidad monolítica impuesta por el jefe, por el líder carismático que sólo admite en torno suyo a hombres de paja, no concuerda en absoluto con la concepción sobre la unidad y el partido que sustenta la nueva dirección del PC.

La actual dirección del PCE se esfuerza en aplicar y desarrollar la unidad interna del partido, entendida en la diversidad de opiniones, en la confrontación de ideas y en la normalización de discrepancias, que no implican el reconocimiento de fracciones y salvaguardan los principios del centralismo democrático, o sea que el principio de la unidad del partido se funda y garantiza con la vida democrática interna, porque no puede existir un organismo verdaderamente democrático en el que no se manifieste junto con el principio de unidad otro no menos importante: la divergencia. Esta concepción de la unidad enriquece al partido.

Dicha concepción sobre la unidad comunista ha sido reconocida en el último congreso del PCUS, por boca de su secretario general, Mijail Gorbachov, quien ha declarado que la diversidad del movimiento comunista no es sinónimo de división; que la unidad nada tiene que ver con la uniformidad, la jerarquía, la injerencia de unos partidos en los asuntos de otros y el afán de un partido cualquiera al monopolio de la verdad, resumiendo esta idea en el sentido de que el movimiento comunista puede y debe ser fuerte por su solidaridad de clase y la igualdad de cooperación de todos los partidos en la lucha por objetivos comunes: la paz y el socialismo.

La reintegración del PCOE en el PCE se inserta en los cambios operados en este último partido con la asunción del nuevo equipo de dirección y con el clima hoy reinante en él. Aparte de diferencias y agravios mutuos, lo que disgusta a Carrillo no es sólo la vuelta a casa de Líster, sino el hecho incuestionable de que ya nadie puede considerarse excluido del PCE por motivos ideológicos. No es un secreto que en los estatutos del PCOE figuraba como principio ideológico el marxismo-leninismo, y en los del PCE, el marxismo revolucionario, y, sin embargo, ni a uno ni a otro se le ha pedido renunciar a nada. Lo que importa hoy es la problemática económica, social y cultural con que se encara a la hora presente España; la unidad de los comunistas; la unidad de acción de las centrales sindicales, de los movimientos cívicos por la paz, ecológicos, de la mujer y la juventud, etcétera. Después ya vendrá la discusión sobre las vías hacia el socialismo apropiadas a nuestro país. Todo ello muestra que, en las circunstancias actuales, la unidad de los comunistas sólo puede hacerse en el seno del PCE, que por tradición e historia, por su presente y futuro, reúne las condiciones más idóneas para alcanzar esa deseada meta.

Enrique Líster ha sido secretario general del Partido Comunista Obrero Español.

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