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ATENTADO FRUSTRADO EN MADRID

El coche del presidente del poder judicial fue perforado por tres granadas

Antonio Hernández Gil, presidente del Consejo General de¡ Poder Judicial, resultó ileso en el atentado terrorista que sufrió ayer en Madrid cuando tres granadas anticarro colocadas en el maletero de un automóvil fueron disparadas a distancia y penetraron en el vehículo oficial, también por el maletero, pero no estallaron. El coche empleado por los terroristas había sido estacionado en doble fila para disparar las granadas cuando el vehículo de Hernández Gil estuviera a su altura. Uno de los tres artefactos penetró en el coche a pocos centímetros de la espalda del presidente del poder judicial. La policía atribuyó el atentado a ETA Militar.

Más información
Nueva técnica terrorista.

Hernández Gil, que fue presidente de las primeras Cortes democráticas, viajaba en el momento del atentado, a las 14.35, de la sede del Consejo General del Poder Judicial a su domicilio. La sede está situada en el número 140 del Paseo de la Habana, y el atentado se produjo frente al número 90 del paseo, en la confluencia con la plaza de los Sagrados Corazones, junto a la iglesia del mismo nombre, a unos 700 metros, del edificio del consejo.En el coche de Hernández Gil -un Opel Senator matrícula M-8919-FW-, v¡ajaba un sargento de: escolta de la Policía Nacional además del conductor, José Fernández Sánchez. Por detrás, a escasa distancia, también viajaban en. un automóvil varios escoltas del presidente del Poder Judicial. Al llegar a la plaza, el coche de Hernández Gil se detuvo ante el semáforo en rojo, momento en que el automóvil oficial quedó paralelo al de los terroristas.,

En ese instante, y según el pro pio Fernández Sánchez, el con ductor de otro R-11 situado tras el coche de Hernández Gil hizo ademán de situarse por delante, por lo que él adelantó el vehículo oficial poco más de un metro, para facilitarle la maniobra, momento en que se escuchó una explosión. Los ocupantes del coche oficial salie ron del vehículo, los escoltas empuñaron sus armas y, siempre se gún el conductor de Hernández Gil, observaron a un joven que huía corriendo hacia el estadio Santiago Berriabéti, situado a escasos metros.

Hernández Gil, ileso como sus acompañantes, descendió del vehículo y, en el, coche de los escoltas, fue llevado nuevamente a la sede del Consejo General del Po-m der Judicial. Después, tras un breve reconocimiento en la clínica La Paz, se trasladó a su domicilio. "No ha pasado nada. No ha pasado nada", decía uno de los escoltas cuando se alejaba con Hernández Gil.

El hecho de que Fernández Sánchez adelantara ligeramente el vehículo oficial hizo que las tres granadas penetraran en el coche de Hernández Gil por el maletero y no por la puerta trasera derecha. Dos de las granadas se incrustaron en la rueda de repuesto. La tercera traspasó el vehículo y quedó sobre el asfalto. Ninguno de los tres artefactos llegó a estallar y sólo se quemó su explosivo de proyección.

De haber estallado en el interior del maletero, es muy probable que el atentado hubiera producido víctimas mortales, según artificieros que inspecionaron el coche de los terroristas tras el suceso. En la parte posterior derecha del coche de Hemández Gil quedaron visibles los agujeros hechos por las granadas al perforar la chapa.

Uno de ellos estaba situado a poco más de 10 centímetros del respaldo del asiento trasero en el que viajaba el presidente del Poder Judicial. La puerta del maletero quedó destrozada, pero el resto del vehículo no presentaba daños, ya que, según fuentes policiales, era blindado, extremo que negó Hernández Gil. El coche de los terroristas tamb ién resultó dañado sólo en el maletero.

A la hora del atentado, la zona en que se produjo estaba muy concurrida tanto por vehículos como por transeúntes, pero ninguna persona resultó herida y sólo tres coches sufrieron escasos daños.

Técnica desconocida

Para efectuar el atentado, los terroristas emplearon una técnica desconocida hasta ahora. En la parte porterior izquierda del coche que emplearon -un R-11 gris matrícula M-3601-GF-, los terroristas habían practicado en la chapa tres agujeros de unos 10 centímetros de diámetro, que servían de toberas por las que iban a salir las tres granadas anticarro colocadas transversalmente en el interior de maletero. Los artefactos, cada uno dentro de una carcasa verde de plástico, endürecido, estaban unidos entre sí con cinta aislante, cuerdas y cintas metálicas sujetas con tomillos.

Para que el sistema aguantara la violencia del disparo, alrededor del maletero había sido colocada una estructura de barras metálicas y varias maderas que sujetaban los artefactos por detrás. Las granadas estaban conectadas por un solo cable que se prolongaba por la bandeja del maletero. El mecanismo fue accionado a distancia.

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