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'Litronas' contra el 'rock'

Cualquier día de éstos, un Concierto de rock organizado para celebrar una fiesta puede acabar como un violento rosario de la aurora. Hace años, Lou Reed se fue del escenario en el estadio Román Valero cuando escuchó el silbido de las botellas, lo que significó la destrucción del equipo de sonido. Poco después, David Bowie declaraba: "España es África". El reciente festival-homenaje a Enrique Tierno acabó de manera violenta con el escenario literalmente bombardeado por las litronas (envases de vidrio de un litro). Y hace tres días, con motivo de un concierto organizado por la Comunidad de Madrid para celebrar su día, el cantante de Los Elegantes fue alcanzado por uno de estos proyectiles.Antes, las actuaciones de Derribos Arias y Ana Curra habían transcurrido con normalidad. El cantante de Glutamato. Ye-Ye tuvo que hacer. alguna advertencia al caer uña botella a sus pies; y cuando la fiesta entraba en una fase brillante con el magnífico directo de Los Elegantes, litronazo a su cantante, Emilio López. Caída al suelo, confusión y retirada a camerinos.

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El grupo tuvo el gesto -la profesionalidad se mide por otros baremos que los de la intuición para esquivar botellas- de volver a salir a escena para evitar males mayores. Después, la tensión se relajó, a lo que contribuyó la excelente actuación de La Frontera. Los de Gabinete Caligari Cumplieron bien, y con Los Coyotes se reanudaron los lanzamientos, que se intensificaron al final del concierto con enfrentamientos entre el servicio de seguridad del acto y algunos espectadores.

La fiesta acabó a las 3.15 y cerca de 100.000 personas mantuvieron una actitud normal mientras algunos desequilibrados se dedicaban alanzar botellas al escenario. El rock es algo abierto y libre, y cualquier recorte de esta libertad afecta a las raíces que inspiraron su nacimiento, que no son patrimonio exclusivo de los, artistas.

Cuando Elvis Presley cantaba el Rock de la cárcel no se refería a redes protectoras de cinco metros de altura entre público y escenario. El rock no es un zoológico, aunque a veces lo parezca, ni un circo romano. Son unas personas que intentan ofrecer algo y otras que van a ver y escuchar si les interesa.

En el Paseo de Camoens, lo mejor de la noche fue la gran asistencia de público, los grupos que actuaron, y las modelos que desfilaron entre actuación y actuación y aguantaron impertérritas la cuota de botellazos que, desgraciadamente, les correspondía.

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