La Almudena y monseñor Suquía
Enhorabuena a Francisco Umbral por su extraordinaria y aguda crítica al intento, sin significado e inútil, de imponernos la terminación de un templo -en vez de construir la comunidad eclesial-, en su estupenda columna Los Madriles titulada La Almudena, de EL PAÍS del 26 de abril.Los fascismos acabaron con obras majestuosas e inamovibles quizá en el intento de eternizar lo que estaba derrumbándose. ¿Acaso sea la nostalgia de "gloriosos pasados católicos y de fastuosos "nacionales-catolicismos" que todavía colea en las retaguardias episcopales? Sé que el cardenal Tarancón tuvo grandes y apetecibles ofertas económicas para terminar la Almudena, y también sé que fue un cristiano de cabo a rabo al responder: "Saben ustedes muy bien que si me otorgan esos millones los voy a emplear en construir las numerosas parroquias de los barrios periféricos de Madrid que esperan su oportunidad desde unas malolientes bajeras o desde unas desvencijadas chabolas". No termina aquí el asunto eclesial. Hace poco más de un mes que se pedía dinero por las vocaciones sacerdotales y que monseñor Suquía aparecía por la televisión ordenando sacerdotes. Me consta que somos muchos los curas que aún esperamos una oportunidad para realizarnos como tales desde una diócesis y un puesto de trabajo sirviendo, por ejemplo, a una parroquia pobre de barrio. Pues bien, monseñor Suquía tiene cerradas las puertas de su diócesis a todo cura que "huela a marxista o a anarquista", porque para él esto es sinónimo de "querer trabajar en un barrio marginado y pobre". Por una parte se necesitan curas e incluso se crea el Día del Seminario al respecto, y por otra se expulsa, y se cierran las puertas a los curas que puedan ser "problemáticos», porque desde lejos "se les huele» a críticos sanos de la institución.
Señor Suquía; que la reconciliación ya llegó hace 2.000 años con Jesús, y la amnistía también llegó para nuestro país hace 10.-
cura "por libre"
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.