Las caras del paro
Explotación laboral, hambre y degradación familiar
Es un número dentro de las estadísticas. Pero tiene un nombre y un rostro. No se lleva bien con su pareja y vive en constante angustia. Es explotado laboralmente. Acepta cualquier chapuza y vive de la ayuda de amigos y familiares. Tiene hijos y deja a deber en las tiendas. No irá nunca al psiquiatra, pero su carácter se va agriando día a día y sufre profundas depresiones. Es el parado. Un estudio de Cáritas de Barcelona, con el significativo título de El rostro oculto del paro, muestra la dimensión inhumana del desempleo a través de más de 4.500 parados -todos con cargas familiares- que pasaron por sus oficinas durante los últimos tres años.
Las 4.575 familias que pasaron por los servicios de Cáritas de Barcelona durante los años elegidos para el estudio -1982, 1983 y 19,84- representan casi 20.000 personas que de una u otra forma viven las consecuencias del paro. La mayoría de ellos acudió a la institución cuando ya habían agotado todas las posibilidades que ofrece el sistema oficial. Se trata de personas que han consumido hasta el recurso de los anuncios per palabras y que llevan largos años en situación de desempleo.Los mismos datos, estadísticos resultan por sí mismos suficientemente significativos: el 77,5% de las familias estudiadas tiene hijos en edad escolar, y más de la mitad carece de ingresos fijos. Casi una quinta parte lo debe todo, la comida, la vivienda, la luz y el agua. Y un 80% tiene un nivel de endeudamiento grave en necesidades básicas. Sólo un 3% de los hijos de estas familias en edad laboral cuenta con un empleo fijo.
Pero donde la cara oculta del paro adquiere mayor relieve es en los testimonios directos recogidos por Cáritas: "En algunos momentos la angustia es asfixiante, como cuando nos desahuciaron del piso, y te encuentras impotente y solo ante la ley". "Mi marido empieza a refugiarse en la bebida". "Todas las puertas se cierran cuando saben que tienes 53 años". "Toda la vida he tenido un trabajo fijo en la construcción, como oficial. Desde el año 1979 estoy en paro ( ... ). He cambiado mucho de carácter, y mi mujer está preocupada. Mi angustia provoca malestar en mi familia".
Rupturas familiares
El 20% de los parados reconoce que las relaciones de pareja "no funcionan", lo que se transmite a los hijos en un ambiente de agresividad y malestar. La ruptura familiar se traslada a los amigos. El parado establece lazos con otros compañeros de su mundo. El bar y la calle, dice el estudio, son los lugares en los que transcurre su nueva vida. "Busco trabajo, cuido de la casa cuando mi mujer va a hacer faenas". "Voy al bar o a la calle, donde me encuentro a otros parados". "Paso el día dando vueltas por ahí". "Salgo a buscar chatarra, cartones...". "Cultivo cuatro verduras en un huerto pirata".
Son carne de cañón para la explotación laboral. Algunas de las familias objeto del estudio hablan de trabajos mal pagados, sin protección social y en la más absoluta precariedad. Una de estas actividades consiste en pintar muñecas. Se paga una peseta por pieza pintada. En una jornada de ocho horas sólo da tiempo a pintar 450 muñecas. Otro de estos trabajos consiste en cortar guantes para enfermera. Esta labor se paga a una peseta el par de guantes, El 16% de las mujeres de parados realiza tareas remuneradas, generalmente en el trabajo doméstico. Las que tienen contrato fijo no llegan ni al 1%.
El 18,9% de los parados lo debe todo, comida, luz, agua, etcétera, "Muchas tiendas nos han fiado pero se han cansado y ya no quieren saber nada de nosotros. En algunos momentos no nos hemos atrevido ni a salir a la calle". "Cuando llega el día 15 ya no podemos pagar la comida. Mi mujer recurrió a Cáritas. Yo no quería. Es muy humillante para una familia que siempre se ha ganado el pan honradamente:". El 22,5% de las familias tiene hijos en edad laboral. El 12,6% ha encontrado un empleo, pero sólo un 3% lo ha conseguido con carácter fijo.
Las familias de parados que no tienen ingresos o los tienen por debajo de las 30.000 pesetas representan el 90% de las estudiadas. Las necesidades de recursos para sobrevivir se reducen notablemente: en situación de paro: mas de la mitad de las familias estima sus necesidades mínimas mensuales en 10.000 pesetas.
Las demandas de los parados a Cáritas fueron en su mayor parte para vivienda y comida. Un total de 2.020 familias solicitaron ayuda para pagar el piso, y 741 pidieron alimentos porque en las tiendas ya no les fiaban. Otras 575 familias solicitaron medicinas, y 510 carecían de ingreso alguno, siendo en su mayoría jóvenes.
El estudio advierte sobre una segunda generación de parados compuesta por jóvenes en edad laboral -el 22,5%- y niños en edad escolar -el 77,5%-. El paro azota a un 87,4% de los hijos de los parados.
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