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VISITA DE LOS REYES AL REINO UNIDO

La búsqueda de un clima propicio, preocupación común

El mantenimiento de un clima propicio para la primera visita oficial de los Reyes de España a Londres ha sido la principal preocupación de las diplomacias de Londres y Madrid en los últimos meses. La visita fue decidida después de que ambos países concluyeran, en noviembre de 1984, la declaración de Bruselas, en la que, por vez primera, el Gobierno de Londres incluía expresamente el problema de la soberanía entre los astintos sobre Gibraltar que iba a negociar con España. Desde entonces, los avances en esta cuestión han sido nulos y ambas partes han cuidado sus declaraciones para no encrespar los ánimos antes de la visita real.El pasado diciembre, el ministro de Exteriores británico, sir Geoffrey Howe, mantuvo en Madrid la primera ronda de conversaciones sobre Gibraltar con su homólogo español, Francisco Fernández Ordóñez. De aquel encuentro -primer resultado de la declaración de Bruselas y de la entrevista celebrada en Ginebra en febrero de 1985 entre Howe y el entonces ministro de Exteriores, Fernando Morán no se obtuvo ningún fruto.

El único resultado previsible de las conversaciones hispano-británicas sobre Gibraltar, antes de la visita de los Reyes a Londres, era el comienzo de la explotación conjunta, por ambos países, del aeropuerto del Peñón. Fuentes diplomáticas españolas consideraban probable, hace un año, que este acuerdo se obtuviese antes de que acabase 1985.

Estas mismas fuentes reconocen que existía ya un acuerdo político al respecto entre los Gobiernos de Londres y Madrid. Sin embargo, la primera visita oficial de don Juan Carlos a Londres se producirá sin que tan siquiera se haya dado ese paso. La resistencia opuesta al proyecto por el Gobierno gibraltareño lo ha impedido.

El diálogo sobre Gibraltar se encuentra, de momento, congelado. Las conversaciones que Fernández Ordóñez entable mañana en Londres con su homólogo Howe no servirán para darle un nuevo impulso. En este tipo de visitas de Estado, el ministro de Exteriores participa como miembro del séquito real y o no entabla conversaciones políticas o, simplemente, éstas no son hechas públicas. Lo más probable es, pues, que el diálogo sobre Gibraltar se reanude el próximo otoño.

Los deseos de las diplomacias británica y española de evitar roces en vísperas del viaje real no se han visto acompañados siempre por las circunstancias. A comienzos de este mes, el Reino Unido protestó por lo que consideraba una violación de las aguas gibraltareñas a cargo del portahelicópteros español Dédalo. Fuentes diplomáticas españolas han advertido que este tipo de incidentes se produce con cierta frecuencia. La única novedad -según las fuentes españolas- consistiría esta vez en que el incidente había sido dado a conocer por Londres, por error, en lugar de tramitar la protesta con discreción, como es costumbre.

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