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GENTE

Patrick Jarne,

un empleado municipal de la localidad pirenaica francesa de Víc-Bigorre, no encontró mejor manera de pasar el tiempo que provocar incendios para después distraerse ayudando a extinguirlos. Miembro voluntario del cuerpo de bomberos de Vic-Bigorre, Jarne se había dedicado desde 1983 a iniciar 11 incendios en los alrededores de su pueblo, fuegos que provocaron daños estimados en varios millones de francos. Para su infortunio, el pirómano cometió en dos ocasiones el error de presentarse con demasiada antelación en el parque de bomberos para prestar ayudar voluntaria, cuando la noticia del incendio apenas había llegado. Las sospechas de sus compañeros motivaron una investigación policial, y el incendiario bombero voluntario vio cómo la gendarmería local lanzaba un jarro de agua fría en forma de esposas y barrotes de acero sobre su peculiar afición pirómana.

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