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Desaparece un mafioso sospechoso de estar implicado en el asesinato de Sindona

Rosario Spattola, el rico constructor y mafioso de Sicilia que dio refugio a Michele Sindona cuando éste huyó de Estados Unidos, desapareció misteriosamente hace unas semanas y la policía sospecha que su fuga puede estar relacionada con la reciente muerte por envenenamiento, en la cárcel de Voghera, del banquero de Dios.Spattola estaba en libertad vigilada, tras haber salido de la, cárcel de Ucciardone, en Palermo, a la espera de recibir una sentencia definitiva por un delito de tráfico, de droga por el que ya fue condenado a 10 años de cárcel. Debía presentarse tres veces por semana al puesto de carabineros.

Fue durante el proceso a Spattola -que en 1979 resultó ser el hombre más rico de Palerino por su declaración de la renta (82 millones de pesetas de ingresos)cuando se descubrió la falsedad de un supuesto secuestro de Sindona y la trampa implícita en la herida que éste sufrió en la pierna, provocada por un disparo irealizado por su médico de confianza, Miceli Crimi, según confesó el propio Sindona.

El importante mafioso palermitano hubiese podido ser hoy, precisamente, el único capaz de revelar el misterio de la fuga de Sindona desde Nueva York hasta Palermo, pasando por media Europa. El actual ministro de Exteriores, Giulio Andreotti -que sufrió un proceso ante el Parlamento por sus presuntas connivencias con Sindona, del que resultó absuelto- ha escrito en el senianado L'Europeo que sería importante seguir indagando sobre lo que él llama el Sindona número dos, es decir, el personaje que se pone de manifiesto desde el momento que el financiero escapa de Nueva York para acabar escondiéndose en el chalé de Spattola.

Mientras el Sindona número uno era, según Andreotti, un prestigioso banquero a quien había dado crédito incluso Estados Unidos, el número dos era otro Sindona, caído misteriosamente en manos de la Mafia y de la masonería.

Insistencia en el suicidio

Por lo que se refiere a las investigaciones sobre la muerte de Sindona, se advierte cómo, cada día que pasa, se intensifica la voluntad oficial de que se consolide la hipótesis del suicidio. Los investigadores alegan que se ha descubierto una llaga en el paladar del banquero que podría haber sido provocada por una pastilla de cianuro. Se dice también que no se han encontrado huellas de veneno en las gotas de café que quedaron en el vaso que se bebió en su retrete aquella mañana. Y hasta el capellán de la cárcel, que en un prirner momento aseguró que no había notado nada de partícular en Sindona cuando le asistió por última vez espiritualmente, lia dicho a.hora a los jueces, al parecer, que Sindona le había confesado que tenía intención de suicidarse.

Por eso se analizan hasta los mínimos agujeros de los objetos personales -zapatos, gafas, bolígrafos y reloj de pulsera- dejados por Sindona, para encontrar el lugar en el que pudo haber escondido la microscópica pastilla de cianuro que algún amigo suyo pudo ponerle en la mano al estrechársela durante el proceso.

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