Los aviones de Reagan
George Shultz, secretario de Estado norteamericano, tuvo un lapsus deliberado al afirmar que el sentimiento antigubernamental en Nicaragua es más marcado, incluso, del que existía en Filipinas antes de la caída de Marcos. Digo lapsus porque es verdad que esa situación existió en Nicaragua, pero no ahora. El enorme descontento popular filipino, sin embargo, no provocó una guerra de liberación como la que llevó a Tachito hasta la escalerilla del avión.En pocas semanas dos personajes siniestros, Baby Doc Duvalier y Ferdinand Marcos, han utilizado el servicio aéreo de Reagan para huir de sus respectivos países, dejando detrás una estela de muerte, torturas, corrupción y descalabro económico. Mañana, tal vez, un vuelo similar espere a Pinochet. Expertos en el sublime arte de la explotación, la intriga y la masacre en nombre de la tan vapuleada democracia, los prohombres de Washington evacuan a sus marionetas sin que se les altere el pulso. Y después, regalando estatuas de la libertad del tamaño de una cerilla a los banqueros de la oposición nicaragüense, reclaman millones de dólares para los terroristas que atacan a Nicaragua desde todas sus fronteras. ¿Por qué no hacen que Marcos y Duvalier financien esa guerra sucia con su dinero lleno de sangre? ¿Hasta cuándo tanta prepotencia, tanta pesadilla, tanta tomadura de pelo? Y me pregunto si no existirá alguna forma de sentar a Reagan, Shultz, Marcos, Duvalier, Pinochet y tantos otros en algún banquillo, para juzgarlos por el innombrable delito de hacer pedazos el futuro de millones de personas.-
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