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CIENCIA

El descubrimiento de restos humanos de la tripulación del 'Challenge' reaviva la tragedia

Francisco G. Basterra

Patólogos de la fuerza aérea norteamericana iniciaron ayer la macabra misión de identificar los restos de algunos de los siete cosmonautas del Challenger, recogidos del fondo del océano Atlántico junto con partes de la cabina de la nave espacial seis semanas después de que el transbordador estallara en el aire 75 segundos después de despegar. La noticia del hallazgo de restos humanos ha vuelto a personalizar la tragedia, que se había convertido ya en una minuciosa tarea de investigación técnica destinada a descubrir qué falló el pasado 28 de enero. "Esperaba que esto no ocurriera nunca. Creo que sólo servirá para añadir un trauma mayor a una experiencia ya de por sí traumática", ha comentado el hermano de una de las víctimas.

Las autopsias podrán revelar si los cosmonautas perecieron quemados o asfixiados por inhalación de gases tóxicos o su muerte se produjo por la despresurización de la cabina, o al ser alcanzados por restos de la nave al estallar, por el impacto contra el océano o se ahogaron. Casi nadie se acordaba ya de los siete cosmonautas, la atención estaba centrada en el cohete propulsor derecho, posible causante del desastre, y en las acusaciones de que la NASA no escuchó las advertencias de que era peligroso el lanzamiento y puso por delante de la seguridad sus intereses.La agencia espacial norteamericana anunció el domingo que partes de la cabina y restos de los cosmonautas, no se sabe de cuántos, habían sido localizados a 33 metros de profundidad y a unas 20 millas al este de Cabo Cañaveral. El hallazgo fije realizado por submarinistas de la Marina, ayudados por señales de sonar, el viernes, y la identificación positiva se realizó el sábado.

Once barcos y un submarino de propulsión niclear mas 40 hombres rana han trabajado intensamente durante 40 días en un área de 350 millas cuadradadas en la recuperación de restos, logrando hasta ahora recoger un 10% del transbordador. Se ha conseguido traer a tierra una parte del cohete propulsor izquierdo, pero el derecho, clave en la investigación, no ha sido aún hallado. La cadena de televisión CBS informó ayer que los estos ya han side, recuperados y fueron traídos a tierra por el buque de la armada Preserver, al amparo de la oscuridad, durante el fin de semana. El barco llegó a tierra sin las luces reglamentarias en la madrugada del domingo y en el muelle esperaban altos cargos de la NASA.

Oficialmente, la agencia espacial ha dicho que el rescate completo tardará varios días debido a los fuertes vientos y corrientes que reinan en la zona del hallazgo. Hasta que los cadáveres hayan sido identificados positivamente y los familiares informados, la NASA no comentará ningún detalle de la operación.

Se desconoce el estado de la cabina, una estructura de tres pisos de siete metros por cinco y dos metros y medio de alta, estanca y completamente presurizada con un 80% de nitrógeno y un 20% de oxígeno, fabricada con 2.219 láminas de aluminio que crean un recipiente completamente hermético. En el compartimento inferior, la cabina de pilotaje, viajaban el comandante Francis Scobee y el piloto Michael Smith, y detrás de ellos Roland McNair y Judith Resnik. En la cabina superior volaban Gregory Jarvis, Christa Meauliffe y Ellison Onizuka.

Un portavoz de la Marina dijo que la cabina no está intacta. Los expertos piensan que los cosmonautas no sobrevivieron a la tremenda explosión que se produjo a nueve millas de altura. El estallido del gigantesco tanque de combustible destruyó los sistemas de supervivencia de los cosmonautas, según un técnico de la compañía Rockwell, constructora del transbordador. La cabina no está preparada para aguantar la fuerza de la explosión.

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