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El retorno de Berceo

Según parece, Berceo vuelve a la vida gracias a un nuevo presupuesto que llevará adelante las obras de su valle. Bien lo merecía así como el retorno del primer poeta de nuestra. historia y méritos. Volverá a recorrer su Rioja dorada, tan amada y cantada en sus versos entre Santo Domingo y San Millán.Este cura ilustrado y creador de milagros y fábulas debió de conocer, sin embargo, Europa tan bien como nosotros, a través del Camino Francés, primera guía de viajeros de la época. En su valle libó, anduvo y, cantó en versos casi tan largos como el vino de sus vasos. Así nació y vivió, no entre duras batallas, sino en pacíficos versos de los que hacen tranquilo el cuerpo y templan el alma. Al pie de Suso, que es lo mismo que decir "arriba", sobre Yuso, que es decir, "abajo", su vida discurrió entre robles, hayedos tomillos, entre heladas nieblas que le hacían temblar al amanecer.

Quizá algún día hizo algún viaje a Silos, dispuesto a conocer sus famosas piedras, esculpiéndolas a golpe de verso. En su celda trabajaba cada día, haciendo nacer en torno historias que aún se guardan en su monasterio oculto en la montaña, chaparro y oscuro con su modesto portal, con un tejado deforme que ahora se intenta arreglar, a fin de defenderlo de la lluvia y del viento. El otro monasterio, en cambio, desde lo alto se hace más grande. Su iglesia se mete bajo tierra en tanto el cielo se agiganta sobre oscuras tumbas de piedra mientras el sol roza chopos, a ras de los cuales pueden verse a menudo abadesas en cinta, sacristanes conversos y monjes de moral dudosa. Allá va Teófilo, amigo del diablo, el labrador avaro, ángeles en vigilia constante o devotos amigos del demonio. Cinco siglos estuvieron enterrados hasta que un bibliotecario los rescató para publicarlos. La historia de Yuso va unida a la de Castilla, que le hizo rico en más de 150 pueblos, cantidad importante por entonces.

Aunque Berceo vivió en tiempos de paz, siglos más tarde, llegó allí Napoleón llevándose lo mejor de sus joyas del monasterio y biblioteca, y las arquetas, tras arrancar sus marfiles y dejarlas como Dios creó a Eva, es decir: desnudas. En el interior la lluvia cae sobre claustros y patios, borrando poco a poco rostros de piedra y doradas ventanas. En tanto Suso asoma arriba, Yuso sueña con los brazos que acabaron con él. El nombre del poeta aparece en sus obras, y entre los datos que aporta sobre su persona, sólo sabemos lo que nos quiso decir. Desde su celda se divisa el paisaje tan delicado y elegante, donde entre prados brillantes corren arroyos bordeados por álamos, granadas, flores y también retorcidas higueras nacidas en húmedas cañadas. Debieron morir viejas como él, según dicen escrituras notariales, y sus días seguramente fueron tranquilos y sin ningún sobresalto, y su vida entregada a sus deberes religiosos, lejos de los apetitos de la carne.

Aparte de sus obras más famosas, no le faltaron arrestos y ganas para escribir otras destinadas a aprender su arte; incluyendo relatos bíblicos, sermones y cantares teñidos de sabor popular.

Todo un mundo y una vida. dedicados a vivir y cantar lo más profundo del corazón del hombre. Tal búsqueda le llevará a conocer las raíces de su ser, a acercarse con su prosa ganada y hasta entonces perdida. Sólo así, de lejos y de cerca, claro y profundo, amante de la soledad y al tiempo rodeado de plantas y animales, este ecólogo riojano es capaz de ser a un tiempo precursor y practicante.

Tal es el escenario y el personaje que ahora se quieren resucitar. El poeta, tras un olvido de siglos, con el tiempo fue objeto de multitud de ensayos eruditos y glosas de Rubén Darío, Azorín o Antonio Machado, entre otros.

El interés que hoy despierta se debe al actual retorno al Medievo, mas también a la vuelta al amor a la naturaleza que le acerca a su contemporáneo Francisco de Asís. Ambos escriben en rápidos bosquejos, lentos, con acertados comentarios musicales y paisajes que les hacen actuales. Como en tantos otros, bien está este retorno. Igual que en muchos, no hay nada nuevo en ellos. Son tan actuales como todo aquello que vive y se acerca a la vida, a través de los tiempos.

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