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CIENCIA

El último lanzamiento del cohete 'Ariane', un éxito de la aventura espacial europea

Soledad Gallego-Díaz

El cohete europeo Ariane colocó ayer correctamente en órbita dos satélites, uno francés y otro sueco. El lanzamiento, que se efectuó a las 2.44 de la madrugada del sábado (hora de París) desde el centro espacial de Kourou, en la Guyana francesa, constituyó un éxito completo y supone un formidable balón de oxígeno para la aventura espacial europea cuando todavía no ha pasado un mes desde la tragedia del transbordador norteamericano Challenger, que estalló, el pasado 28 de enero, con siete personas a bordo.

El ambiente que rodeó este lanzamiento -el 16º de la historia del Ariane- era especialmente tenso no sólo en Kourou, sino también en la sede del Centro Nacional de Estudios Espaciales, en Tolousse, donde se habían concentrado más de 1.000 invitados, entre ellos varias decenas de posibles clientes, para presenciar el acto en directo vía televisión. Todo el mundo tenía en mente no sólo el accidente del Challenger, sino también el anterior fracaso del Aplane. El pasado mes de septiembre, y ante los sorprendidos ojos del presidente de la República, François Mitterrand, que se había desplazado expresamente a Guyana con seis ministros del Gobierno, los técnicos tuvieron que destruir en vuelo el cohete y los dos satélites que portaba porque no alcanzaba la órbita correcta y ámenazaba con caer sobre zonas pobladas.En esta ocasión todo se ha desarrollado como estaba previsto, pese a que, según los expertos, el tiro tenía una dificultad adicional, puesto que, por primera vez, se trataba de colocar a los satélites en órbitas casi circulares y no ecuatoriales. Los técnicos detectaron un pequeño problema, 15 minutos después del lanzamiento, al indicar uno de los dispositivos de alarma que no se habían abierto los paneles solares del satélite Spot. Comprobaciones posteriores demostraron que el despliegue era correcto y que el satélite estaba recibiendo la energía necesaria.

"El éxito de este lanzamiento ha permitido a Europa entrar en una nueva etapa de la conquista del espacio", afirmó François Mitterrand en el mensaje de felicitación que envió a Tolousse. El ministro de Investigación y Tecnología, Hubert Curien, que calificó el tiro de gran éxito, se negó a evocar el drama del Challenger. "Todos pertenecemos a la misma familia científica y un accidente es una desgracia, sea cual fuere nuestra nacionalidad". Nadie quería comentar en Tolousse la competencia entre la NASA norteamericana y el cohete europeo, que se disputan parte del importante mercado de satélites, pero, en privado, los especialistas admitían que el momento psicológico concede todavía mayor importancia al éxito de este lanzamiento del Ariane.

Los expertos europeos defienden que es más barato y seguro colocar satélites en órbita con cohetes no tripulados que con transbordadores que exigen la presencia del ser humano. El Ariane, que hasta ahora sólo ha sufrido un fracaso comercial, tiene en estos momentos una agenda de pedidos por valor de 150.000 millones de pesetas, es decir, el importe del lanzamiento de 26 nuevos satélites.

El Viking y el Spol, colocados en órbita la madrugada del sábado, están destinados al estudio de las auroras boreales y a la observación de la Tierra, respectivamente. Potentes aparatos ópticos permitirán al Spol obtener fotografías en color con una definición de 20 metros. Hasta ahora el único satélite capaz de realizar ese tipo de trabajos era el norteamericano Eosal, con una definición de 30 metros. Se abre, pues, un nuevo campo de competencia, puesto que el satélite francés será comercializado por uña sociedad franco-sueca que intentará obtener su propia parte del mercado.

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