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Reportaje:LA CAMPAÑA DEL REFERÉNDUMLA ALIANZA ATLÁNTICA / y 4

La OTAN se hace al andar

Andrés Ortega

Como el camino, la OTAN se hace al andar. El Gobierno socialista español lo ha demostrado en el pasado, y éste puede ser el camino que elija para el futuro. Si España decide permanecer en la Alianza, el Gobierno puede optar por negociar con los aliados la fórmula de su pertenencia y de su contribución militar o seguir andando, instalándose dentro de la OTAN. Éste parece ser el camino que sugería el secretario general de la OTAN, lord Carrington -siempre que España ande deprisa-, en la reciente entrevista concedida a este periódico.

Al margen de la estructura militar integrada de la OTAN, España, si lo desea, puede hacer casi todo, como reconoció Carrington (ver EL PAÍS del pasado 9 de febrero), salvo asignar tropas a mandos internacionales integrados de la OTAN. Puede llevar a cabo una planificación- militar conjunta con los aliados, maniobras, discusión de la doctrina militar, coordinación de logística (que es competencia nacional), integración parcial de la defensa aérea, etcétera, si es lo que España quiere.

Supóngase que la misión o contribución militar de España a la OTAN sea principalmente la defensa de su propio territorio, dado que lo que más interesa a la OTAN de España es su territorio como base logística para la llegada de refuerzos y repliegues en caso de conflicto. Esto podría llevarse a cabo dentro de la estructura militar integrada, con un mando de la Alianza sobre España o estando España exenta de mando. Esto último significaría que las tropas españolas no tendrían que depender de mandos de la Alianza y que estos mandos no harían planes formales sobre el territorio español. (Cabe recordar que la logística es competencia exclusivamente nacional en la OTAN).

La situación real no sería muy diferente -aunque sí más complicada de la que se plantea- si España quiere desempeñar la defensa de su propio territorio para la OTAN sin estar formalmente en la estructura militar integrada, pues no estar en ella equivale prácticamente a que España disponga de un mando propio español. Es decir, a que España mande sobre sí misma. La planificación conjunta se puede hacer a través de otros cauces, como enlaces militares ante los mandos integrados (el caso francés), o en parte a través del Comité Militar y del Comité de Planes de Defensa. España está presente en la estructura militar de la OTAN, incluido el Grupo de Planes Nucleares, aunque no en la integrada, lo que no deja de poner celosos a los franceses.

Hay países, como la RFA, que insisten en que España participe en la planificación conjunta, por el sentido de compromiso que conlleva. Hay otros, como el Reino Unido (evidentemente, ligado a la cuestión del mando OTAN en Gibraltar), que consideran que no es necesario que España se integre en la estructura de mandos de la OTAN.

Andar o plantear

El Gobierno puede plantear directamente a la Alianza que quiere que España permanezca en tal o cual comité. También puede seguir andando, como hasta ahora, plantear lo que quiere hacer en la OTAN y luego derivar de este planteamiento dónde quiere estar. Lo que significa decidir antes el qué que el cómo, o por lo menos al mismo tiempo.

El Gobierno de Felipe González ha hecho OTAN al andar. Al llegar al poder, en diciembre de 1982, los socialistas, teóricamente, congelaron la participación española en la OTAN al nivel en el que estaba. No obstante, el Gobierno prometió ser ún,aliado. fiel y colaborador.La congelación sólo ha sido relativa. España se inventó el estatuto de observador para poder seguir asistiendo a las reuniones ministeriales del Grupo de Planes Nucleares, aunque representada por el embajador Jaime de Ojeda. España es pleno miembro de este grupo. Pero, de acuerdo con EE UU, se ideó esta fórmula para evitar una retirada española en un momento en el que el debate sobre los euromisiles estaba en su momento más intenso.

En 1985, España ingresó en el Namso, la organización OTAN de mantenimiento y aprovisionamiento, para comprar equipo y munición y llevar a cabo reparaciones y ofrecerlas. El Gobierno decidió la entrada en esta organización, a pesar de haber prometido congelar su proceso de integración en la OTAN. "Nos hacía falta para lograr contratos beneficiosos", se explicó en la época. España aceptó además presidir, a partir de enero de 1986, el GEIP (Grupo Europeo Independiente de Programas). Aunque el GEIP no es formalmente parte de la OTAN, y Francia sí participa en él, la participación en este grupo implica ya la permanencia en la OTAN: en el GEIP se habla también de planificación y de doctrina militar.

Por otra parte, el titular de Defensa, Narcís Serra, anunció pronto su deseo de que España participase en maniobras de la OTAN, y, en el seno del Comité de Planes de Defensa, expuso las líneas maestras del plan de modernización de las fuerzas armadas españolas. Un español empezó además a dirigir el proyecto de la OTAN de la fragata de los años noventa. En 1984, año en que, por orden alfabético, le tocó a España la presidencia honoraria Comité Militar, este comité visitó España, lo que, según fuentes españolas, provocó grandes tensiones entre Serra y el entonces ministro de Asuntos Exteriores, Fernando Morán.

España no se sumó a ninguno de los comunicados finales de las reuniones de los titulares de Defensa o de Exteriores, manteniendo siempre una reserva formal; pero siguió firmando -y negociando- los comunicados de las reuniones del eurogrupo, al que ya pertenecía. También con el Gobierno socialista, España ingresó -de nuevo como observador- en el subgrupo del eurogrupo llamado Euronatotraining (que formaría parte de la estructura militar), en el que también participan Estados Unidos y Canadá.

La razón de este paso -se explicó- es que Euronatotraining estaba discutiendo y buscando nuevos lugares en donde llevar a cabo maniobras y entrenamiento militar. En los primeros documentos figuraban como lugares codiciados España y Turquía. La referencia de España desapareció posteriormente. Pero de nuevo la OTAN se ha hecho al andar. Cuando interesaba.

Si no se sumó a los comunicados, España sí suscribió tres de claraciones de la OTAN, lo que puede parecer contradictorio. Dos de ellas (la de Bruselas en diciembre de 1983 y la de Washington en la primavera de 1984) versaron so bre las relaciones Este-Oeste. La tercera, en diciembre de 1985, trataba de cooperación en materia de armamentos.

Continúan las incógnitas

Cabe ahora preguntarse, dependiendo del resultado del referéndum, cuál será la actitud de la Administración española ante las próximas reuniones ministeriales del Grupo de Planes Nucleares (GPN), del Comité de Planes de Defensa (CPD) y del Consejo Atlántico. El ministro de Asuntos Exteriores, Francisco Fernández Ordóñez, ya avisó en diciembre que esperaba poder firmar el comunicado final del Consejo en mayo de este año. Los comunicados del GPN y del CPD, más cargados de contenido militar, pueden plantear más problemas. Sobre todo el del GPN, que celebrará su próxima reunión pocos días, después del referéndum. ¿Asistirá a él, por vez primera, Narcís Serra?

España participó activamente en la elaboración del informe sobre las relaciones Este-Oeste que llevaría a la Declaración de Washington. España insistió, en que la dimensión Este-Oeste no fuese trasladada a los conflictos, regionales y se opuso a una dura condena de la URSS. Mantuvo en los textos una reserva sobre los euromisiles, al considerar que no había sido parte en la decisión de la OTAN de 1979. En el Comité Militar, España ha aceptado -o, al menos, al callarse, consensuadodiversos documentos, entre, ellos el marco conceptual militar, que no ha recibido aún la sanción mínisterial por parte española y cuya elaboración prosigue.

Ya en la cumbre de Bonn en junio de 1982, el entonces presidente del Gobierno, Leopoldo Calvo Sotelo, se opulo a una declaración de apoyo de la OTAN a Londres en la guerra de las Malvinas. En la OTAN, España condenó en octubre de 1983 la invasión estadounidense de la isla de Granada. En reuniones de expertos sobre Centroamérica y otras regiones, a menudo España ha mantenidoien la OTAN posiciones discrepantes con las de EE UU. En la OTAN, España ha planteado repetidas veces el problema del terrorismo. Y está presente en el foro principal para discutir de terrorisino, inteligencia y espionaje, el llamado Comité Especial de la OTAN.

Los aliados han sido muy comedidos -con la excepción de Joseph Luns, cuando era secretario general de la OTAN- en su consideraciones públicas sobre el referéndum (que Luns llamaba siempre "plebiscito"). Indudablemente, a través de presiones encubiertas han tratado de evitar el referéndum. Una vez que éste se ha convertido en inevitable, los aliados -incluido EE UU, que aceptó el principo de la negociación para la reducción de presencia militar en España- quieren ahora favorecer la victoria del sí. Y por esta razón, últimamente se han oído críticas muy duras en la sede de la Alianza contra Coalición Popular y su líder, Manuel Fraga, que proclama la abstención. Su frase de "el cuerpo me pide votar no" fue muy comentada.

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