En libertad los acusados de la sustracción de libros del Museo de Ciencias Naturales
Un vigilante del Museo Nacional de Ciencias Naturales y un librero madrileño, que fueron detenidos en noviembre último como presuntos autores de la sustracción -hurto, según el juez- de 150 libros y 4.000 láminas de gran valor de los siglos XVI al XX, se encuentran en libertad provisional desde Navidad. El vigilante sigue viviendo hoy día en el propio museo. Por otra parte, el Ministerio de Educación y Ciencia intentará la rehabilitación del museo -están cerradas sus salas de zoología- con la creación este mismo mes de un patronato.
"El museo es un problema que trasciende al consejo y requiere inversiones que nosotros no podemos hacer, por lo que hemos impulsado la creación de un patronato desde el que se puedan captar los fondos necesarios", manifiesta Enrique Tortosa, vicepresidente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), de quien depende el Museo Nacional de Ciencias Naturales. Según Tortosa, los actuales presupuestos del museo sólo sirven para evitar su ruina.El patronato, que estará formado por seis miembros -dos por el CSIC y uno por los ministerios de Educación y Cultura, la Comunidad de Madrid y la universidad Politécnica-, llega en uno de los más delicados momentos de la vida de esta institución museística, con su director y su junta de gobierno dirnitidos -dimisiones que no han sido aceptadas-, con gran parte de sus instalaciones cerradas y con la mala imagen que produjo el reciente descubrimiento de la sustracción de valiosos fondos bibliográficos.
El actual director, Emiliano Aguirre, fue nombrado a comienzos del pasado año por el presidente del CSIC, Enrique Trillas, y con el apoyo de la mayor parte de los investigadores del museo, apoyo posteriormente retirado por éstos ante la que consideraban desacertada gestión. La junta de gobierno, de la que forman parte los jefes de los distintos departamentos y un representante del personal no investigador, dimitió el pasado noviembre, como señal de desacuerdo con Aguirre.
Autoridades del CSIC critican también ahora al director, sobre todo por el tratamiento que se dio ante la Prensa del descubrimiento de la sustracción de libros y láminas. "Con aquel escándalo pasamos de ser un museo viejo y destartalado a un museo de sinvergüenzas", comentaba un investigador.
Desaparición de libros
La desaparición de estos fondos bibliográficos fue advertida en los primeros días de noviembre por el propio Aguirre, quien o puso en conocimiento de los responsables del CSIC y de la policía. Los inspectores del grupo de delitos contra el patrimonio artístico de la Brigada Central de la Policía Judicial recuperaron en la tienda del librero Ángel Carracedo Vergaz, en la calle de Pelayo, de Madrid, unos 150 volúmenes y 4.000 láminas de los siglos XVI al XX. El librero identificó al vigilante del museo José Hita Plata, como la persona que le facilitó estos fondos.Hita y Carracedo fueron encarcelados en Carabanchel, de donde salieron en libertad provisional el 21 de diciembre. En el caso se implicó también inicialmente a un joven investigador inglés, Timothy Clark, que finalmente no fue procesado. Las diligencias se llevan en el Juzgado número 19 de Madrid, que ha variado la primera calificación, de robo, por otra de hurto.
Al vigilante José Hita se le ha abierto, por otra parte, un expediente disciplinario y ha sido trasladado al Centro Nacional de Química Orgánica, si bien aún hoy sigue viviendo, con su familia, en el propio museo.
Según fuentes del CSIC, la constitución del patronato flevará consigo los inmediatos nombramientos de un nuevo director científico y de un gerente, del que hoy carece el museo.
"Necesitamos cinco años para que el aspecto museístico funcione de modo aceptable, pero hay que insistir en que la labor de investigación que se está haciendo hoy en día ya es de alto nivel", afirma Enrique Tortosa.
El vicepresidente del CSIC cree que la inclusión de un representante de la universidad Politécnica en el patronato puede servir para que el museo recupere la parte del edificio en que hoy se encuentra la Escuela de Ingenieros Industriales. El rector de la Politécnica, Rafael Portaencasa, no es de la misma opinión. "El asunto del edificio hay que estudiarlo con calma", declara. "Yo creo que hay sitio para todos. Ni el museo ha de pretender desalojar a la escuela, ni la escuela al museo".
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