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Reportaje:LA 'OTRA EUROPA'Yugoslavia sin la dirección de Tito / y 2

La crisis económica y el nacionalismo retan a Belgrado

JUAN FERNÁNDEZ ELORRIAGA, La depresión económica se adueñó de Yugoslavia el año 1980 y se calcula que la población ha perdido desde entonces el 50%, de su poder adquisitivo. Hasta 1979 la buena cotización del dinar yugoslavo en los mercados negros de los países socialistas fronterizos permitía a los yugoslavos pasearse por Hungría, Bulgaria y Rumanía con el aire altivo del turista rico. Tras las amargas. recetas aplicadas por el Fondo Monetario Internacional, el yugoslavo ha empezado a vivir peor que los húngaros e incluso que los búlgaros. Sin embargo, conserva en su bolsillo el tesoro de un pasaporte mundialmente privilegiado que le permite viajar sin visados por casi todos los países. Otro de los problemas que preocupan en Yugoslavia es el auge de los nacionalismos, especialmente en la región de Kosovo, de mayoría albanesa.

En la Prensa yugoslava se dice de todo, aunque los temas más escabrosos se tengan que refugiar en revistas de poca tirada. Hace unas semanas un oyente ,preguntó en un pr9grama radiofónico emitido en directo: "¿Qué van a hacer los vecinos de esos jubilados que se mueren dejando intacta una última pensión de 25.000 dinares, insuficiente para pagar el ataúd más barato, que cuesta hoy 50.000 dinares?". Por primera vez en cinco años el yugoslavo ha registrado este enero aumentos reales del salario del 1 % respecto a 1985. Pero ese milagro parece deberse a que en el galope entre inflación (87%) y sueldos éstos han obtenido una ventaja momentánea. Hay todavía bastante gente que cobra en Yugoslavia 35.000 dinares, unas, 17.560 pesetas, aunque no son raros ya los sueldos de 35.000 pesetas. últimamente se ha desatado una oleada de pacifismo por motivos económicos y las fuerzas armadas han tenido que desplegar una intensa campaña de imagen para justificar un ligero aumento de presupuestos. "El 88% de las maniobras militares del sur de Europa tiene lugar en zonas adyacentes a Yugoslavia", declaraba el ministro Branko Mamula. Cada yugoslavo gasta en defensa 75 dólares al año.

Auge de las huelgas

La conflictividad no es todavía insoportable para los seis Estados (repúblicas federadas) yugoslavos que tienen constitucionalmente hasta el derecho de secesión. Pero es un hecho que las huelgas están en alza. En la teoría de la autogestión los trabajadores no tienen salario, sino reparto de beneficios. Así, el ingeniero de una mala fábrica de ladrillos puede fácilmente cobrar lo mismo que la mujer de la limpieza de una central hidroeléctica que venda bien sus kilovatios. "No importa cuánto trabajas, sino dónde trabajas" dicen en los ambientes laborales. La desigualdad entre las distintas ramas es muy grande. Según datos del otoño de 1984, el salario medio de la industria tabaquera era de 20.000 dinares, contra 40.000 en las empresas petroleras.

Las repúblicas más huelguísticas son las más ricas, por regla general. Las ramas que más recurren a ellas son la industria y la minería. El récord de duración se dio el año pasado, con 58 días. La marca de participación la batió la industria farmacéutica Galenika, de Belgrado, con 1.150 trabajadores en paro. En los primeros nueve meses del año pasado, se registraron 350 huelgas.

Los estudiantes de Zagreb (Croacia), segunda ciudad del país, se han manifestado en enero dentro del campus. Le han dado de plazo a las autoridades hasta mediados de febrero para que accedan a sus demandas de mejora del nivel de vida estudiantil.

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A diferencia de los años que siguieron a la guerra y la revolución, cuando los hijos de los analfabetos se convirtieron masivamente en ingenieros y profesionales, últimamente se registran altos índices de reproducción de clases sociales. Los nietos de los analfabetos, ya hijos de tecnócratas, siguen estudiando, mientras que desciende alarmantemente el acceso a la universidad de los hijos de obreros y campesinos.

La disidencia

La disidencia contra el sistema se refugia en los círculos intelectuales, en los que prospera la revisión de los postulados marxistas. Es curioso el caso de un disidente, VIadimir Mijanovic, juzgado el año pasado por asociación ilegal. Mijanovic ha rechazado una resolución del juez, que renunció a seguir la vista de la causa y lo dejó en libertad, por considerarla como un humillante acto de clemencia. El tribunal tendrá que proseguir el juicio. El disidente quiere ser declarado inocente y que se le abonen las indemnizaciones correspondientes. Mientras tanto, Milovan Djilas, antiguo brazo de hierro del comunismo yugoslavo, que se enfrentó con el régimen a mediados de los años cincuenta y escribió La nueva dase, sigue en libertad, pero privado de pasaporte, y publicando artículos en la prensa extranjera. Está restableci6ndose de una deficiencia cardiaca.

El peligro principal de la sociedad yugoslava es el nacionalismo. Los ocho entes autónomos intentan obtener el mayor trozo posible de la tarta federal, litigando a menudo en contra de intereses generales. Sus secciones de la liga de los comunistas se comportan como ocho partidos que defienden los intereses de sus patrias chicas. Desde la creación de la Yugoslavia monárquica en 1918, el Estado ha sobrevivido al problema del separatismo croata. En 1972 el croata Tito pactó con la revuelta del movimiento de masas croata, pero purgó a sus principales elementos nacionalistas. Ahora el malestar cunde entre los serbios, pueblo mayoritario de la federación, con nueve de los casi 23 millones de yugoslavos. Serbia se siente explotada por los demás pueblos yugoslavos.

Tras la muerte de Tito ha habido que cambiar la letra del himno nacional, de música idéntica al polaco. La mayoría albanesa de la región autónoma de Kosovo (englobada en Serbia) se sentía incómoda por tener que engrandecer en sus paneslavas estrofas el espíritu eslavo. Por ello ya en Yugoslavia no se le canta al slovenski duj (espíritu eslavo), sino al duh slobode (espíritu de libertad).

Los prolíficos albaneses de Kosovo

J. F. E., Kosovo tiene una superficie de 10.887 kilómetros cuadrados, similar a la de Valencia. De sus 1.584.000 habitantes, el 77,4% son albaneses y el 16% eslavos.

Estos últimos, serbios y montenegrinos, aseguran que ésa es su cuna medieval, en la que la etnia albanesa empezó a prevalecer a raíz del inicio de la ocupación turca, el año 1459. Ésa es una tesis efímera, que deja sin explicación quién poblaba la zona hasta la llegada de los eslavos, en el siglo VII. Todo parece indicar que eran las tribus albano-ilirias.

Hoy reina en Serbia una comprensible angustia ante el hecho de que la natalidad de los albaneses de Kosovo es la mayor de Europa: un crecimiento del 3%, mientras que los eslavos abandonan una zona en ruina económica. Sus representantes aseguran que es una sórdida hostilidad de la mayoría albanesa la, que les impulsa a abandonar Kosovo, tras malvenderlo todo. Ya hay escuelas. en aldeas tradicionalmente eslavo-kosovares en las que quedan una maestra y dos o tres niños.

Beirut albanés

Después del estallido nacionalista de 1981, que se cerró con un saldo de 10 muertos, más de 200 heridos y cientos de encarcelados, los serbios han emprendido un campaña de recorte de los derechos nacionales de los albaneses de Kosovo. Hay casos de adolescentes condenados a penas de dos años de prisión por disponer de casetes con grabaciones de Radio Tirana, que cualquiera puede captar.

Circula por Yugoslavia un manifiesto de 15 puntos, firmado por 2.016 eslavos de Kosovo, que amenaza no muy veladamente con empezar a tomarse la justicia por su mano si, entre otras cosas, la Asamblea Federal no reimplanta en Kosovo el idioma serbio como lengua oficial, por encima del albanés, mayoritario, y si no se prohíbe la bandera del águila bicéfala albanesa. Aseguran los serbios que los albaneses de Kosovo quieren convertirse en República yugoslava como primer paso para separarse de la federación y unirse a la otra Albania. "Tirana quiere convertir Kosovo en Beirut", titulaba hace poco una revista de gran tirada. Ya se han dado casos de ataques contra las pastelerías que albaneses originarios de Kosovo tienen instaladas en el interior de Serbia.

Para Benito Mussolini y su ministro de exteriores, el conde Ciano, Kosovo estaba destinado a ser el puñal clavado en la espalda de Yugoslavia, siempre pronto a desangrar los bríos de los eslavos del sur, en su pugna secular contra los intereses latinos en el mar Adriático.

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