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ELECCIONES PRESIDENCIALES EN PORTUGAL

La Prensa lusa mostró un fuerte partidismo en sus pronósticos

La jornada electoral portuguesa, sin incidentes notables y con una abstención bastante reducida -no alcanzó el 25%-, ha seguido a una campaña agitada que, en la recta final, hizo recordar, más confuso y complicado, el ambiente enrarecido de los anteriores comicios presidenciales lusos de diciembre de 1980. La Prensa portuguesa ha hecho gala de un fuerte partidismo en sus pronósticos preelectorales y raramente ha obedecido a las recomendaciones de la Comisión Nacional de Elecciones (CNE).Hace seis años, la muerte, tres días antes de los comicios, del entonces presidente del Gobierno y líder de la Alianza Democrática, vencedora por mayoría absoluta de las elecciones legislativas de octubre del mismo año, había dado una dimensión trágica a la radicalización, apasionadamente buscada por Francisco Sa Carneiro para derrotar en las urnas al general Eanes.

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Esta vez no eran dos, sino varios de los protagonistas de la vida política lusa los que, directa o indirectamente, se jugaban en estas elecciones el prestigio, la carrera política a corto y medio plazo y las ambiciones personales.

El conservador Diogo Freitas do Amaral regresaba a la vida política activa después de un retiro de tres años. Mario Soares se encontraba en una encrucijada de su historia de líder del socialismo portugués. Lurdes Pintasilgo aspiraba a un protagonismo nacional a la altura de su prestigio internacional. El presidente cesante ponía en juego la dirección del partido comunista y el recién creado Partido Renovador Democrático.

Un hecho aislado

El incidente de Marinha Grande -hace unos días-, en que Mario Soares resultó golpeado, fue, a pesar del hábil aprovechamiento de los partidarios del secretario general del Partido Socialista, un hecho aislado. Sin embargo, menudearon la violencia verbal, los gritos y las manifestaciones de hostilidad, las protestas y contraprotestas.

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La Prensa portuguesa ha hecho gala de un fuerte partidismo, que ha afectado por igual a medios privados y del Estado y raramente ha obedecido a las recomendaciones CNE. Este organismo tuvo que recordar en varias ocasiones la obligación de tratar a todos los candidatos por igual y con imparcialidad en los relatos de los hechos.

"Enemigo principal" de sus tres adversarios, Francisco Salgado Zenha lo fue también en buena medida de los grandes medios de comunicación, 10 que fue denunciado en una conferencia de prensa y con abundantes documentos por los partidarios del ex número dos del Partido Socialista portugués.

Es cierto que la falsa candidatura del dirigente comunista Angelo Veloso, cuya propaganda iba, desde el primer día, encaminada hacia la resistencia, llamando el electorado comunista a votar otro candidato, contribuyó mucho a la creación de un clima de todo vale. A pesar del fallo del Tribunal Constitucional contra la querella de Freitas y Pintasilgo, los otros candidatos se sintieron moralmente autorizados a dar sus navajazos a las normas establecidas y uno de los terrenos elegidos para estos pequeños golpes fue la manipulación de los sondeos.

La ley portuguesa prohíbe que se publiquen encuestas de opinión durante las dos semanas de campaña electoral oficial, pero cada día los periodistas eran asaltados con supuestas filtraciones de sondeos de origen mal definido o pura y simplemente falsificado. El Semanario, procesado por la Comisión Nacional de Elecciones por haber publicado un sondeo en plena campaña, reincidió la víspera de los comicios, aunque disfrazó los resultados bajo las apariencias de previsiones personales de un dirigente político del Partido Socialdemócrata.

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