La izquierda catalana, ante el espejo

LA CONFERENCIA de Hombres y Mujeres de Izquierda de Cataluña que hoy toca a su fin constituye un acontecimiento político poco habitual. Se trata de un reencuentro entre tres sectores: políticos profesionales, miembros actuales de los partidos y antiguos militantes de la izquierda universitaria catalana de los años sesenta y setenta que se han ido distanciando de la actividad política por razones diversas. El objetivo es debatir las causas de las sucesivas derrotas de la izquierda en Cataluña frente al nacionalismo conservador, e intentar sentar las bases de un futuro despegue.Para muchos socialistas la convocatoria supone la oportunidad de criticar desde fuera a su propio partido, el PSC-PSOE, que se ha erigido en poco menos que en el eje de todas las insatisfacciones, frustraciones y contradicciones del pensamiento deízquierdas en Cataluña. Los debates encaran a un millar de personas, entre partidistas que no ocultan su desencanto por la progresión pujolista en amplios sectores populares, y ex militantes que en buena parte continúan desarrollando actividades de relieve público como ejecutivos de confianza en las diferentes administraciones, profesores o asesores de primer nivel.

No se trata de levantar ningún nuevo partido ni de llevar hacia alguno de los existentes a quienes puedan ilusionarse de nuevo por la actividad política. Lo que se busca es explicitar los elementos que definen una conciencia de izquierdas hoy y valorar si tras las crisis del comunimo y el fracaso de las expectativas de poder en la Generalitat abrigadas por los socialistas, no es el conjunto de la izquierda catalana lo que debe recomponerse y adaptarse globalmente a una nueva situación. Tras seis años de poder nacionalista conservador en Cataluña, los antiguos militantes del eurocomunismo, del socialismo nacionalista y del progresismo católico creen que la izquierda no tiene otra opción que sumar todas las fuerzas posibles y ofrecer al conjunto de la población una alternativa que conjugue, al mismo tiempo, dosis convincentes de catalanismo, respuestas progresistas a los problemas de la crisis económica y el paro, y nuevas ideas para el conjunto de España. Por eso, el punto de partida de la Conferencia es un reconocimiento de la obsolescencia de los viejos programas, la inadaptación de las antiguas concepciones organizativas, los cambios originados por la revolución tecnológica y la división del mundo en bloques político-militares, por citar algunos de los más relevantes.

Es posible que nos encontremos ante el inicio de una reflexión pública y explícita que la izquierda española debe a la opinión pública sobre sus giros de comportamiento a lo largo de la transición. Ése es desde luego el atractivo de la cita. Su riesgo principal reside, paradójicamente, en que los mil y un vínculos existentes entre el poder que la izquierda administra (ayuntamientos, diputaciones, y el Gobierno central), y esta izquierda que se apresta a intentar mirarse al espejo, domestiquen el debate, desnaturalicen sus objetivos y conviertan el encuentro en un mero revival sentimental.