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Dimite el ministro de Defensa británico por sus discrepancias con Margaret Thatcher en la crisis de la empresa Westland

El secretario de Defensa británico (ministro, en terminología española), Michael Heseltine, presentó ayer su dimisión como miembro del Gobierno de Margaret Thatcher a consecuencia de las diferencias insuperables que separan su propósito para la solución de la crisis en la empresa de helicópteros Westland de la postura mantenida por la primera ministra y varios miembros del Gabinete. El portazo dado por Heseltine -quien abandonó el Consejo de Ministros menos de una hora después de su inicio, hecho insólito en el Reino Unido- puso fin al suspense de una crisis política largamente anunciada, aunque quizá abra otra de consecuencias aún imprevisibles.

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En una conferencia de prensa celebrada por la tarde que despertó una extraordinaria expectación, Heseltine explicó que había abandonado el Gobierno por considerar que no gozaba de la confianza de la primera ministra y por estar en total desacuerdo con el modo en que ella y el Gabinete habían tratado en los últimos meses el asunto del rescate financiero de Westland. "Ello ha puesto en evidencia enfoques sobre la política de defensa y el futuro del Reino Unido como país tecnológicamente avanzado que no han sido nunca bien abordadas por el Gobierno", aseguró el informe del ministro.Pero la acusación más grave vertida por Heseltine se centró en la parcialidad mostrada por la Thatcher y varios ministros de su Gobierno, especialmente el de Comercio e Industria, Leon Brittan, al apoyar abiertamente la opción presentada por la empresa norteamericana Sikorsky para reflotar a Westland. El ministro reveló que en reiteradas ocasiones había solicitado del Gobierno que se tratase con igualdad de oportunidades al plan de salvación de la compañía de helicópteros presentado por un consorcio europeo con firmas de Reino Unido, Italia, República Federal de Alemania y Francia, grupo apoyado abierta y apasionadamente por Heseltine. En su declaración de ayer, el dimisionario aseguró que su apoyo a dicha opción no estaba sólo en función de considerarla viable y adecuada, sino porque al favorecerla, el Reino Unido cumpliría los compromisos firmados en 1978 con sus aliados europeos para reforzar su industria y su tecnología armamentista frente a la hegemonía de EE UU.

Con datos exhaustivos, Heseltine acusó al Gobierno no sólo de haber defendido la opción Sikorsky, sino que también señaló las diversas ocasiones y los medios por los que Thatcher y sus ministros habían obstruido las posibilidades de una competencia justa y equilibrada de oferta europea frente a la norteamericana.

Control de declaraciones

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Según Heseltine, la decisión de la dama de hierro en el consejo de ministros de ayer de poner fin a la guerra de declaraciones suponía virtualmente amordazarle, al ordenar que sus futuras manifestaciones debían pasar por el control del secretario del Gabinete.

Tras reiterar que la cuestión que ha provocado su dimisión es de vital importancia para la defensa de Europa, el ministro prometió que lucharía hasta el próximo martes,

día en el que la Junta General de Accionistas de Westland debe decidir sobre las dos opciones que ahora bombardean a la prensa con sus comunicados. Heseltine salió al paso de las especulaciones que le atribuyen el presente escándalo político como plataforma de lanzamiento de una eventual candidatura a la presidencia del Partido Conservador contra Thatcher. La primera ministra actuó ayer con gran celeridad para sustituir a Heseltine nombrando para sucederle al hasta ahora secretario de Estado para Escocia, George Younger, pero los observadores coinciden en que esta celeridad no evitará que en el futuro inmediato la crisis que concluyó en la confrontación final con su ministro de Defensa puede dar todavía mucha guerra a Thatcher.

En los medios europeos la dimisión de Heseltine ha sido acogida con asombro y pesar. El canciller federal alemán, Helmut Kohl, manifestó que lamentaba la dimisión, al igual que un portavoz de la OTAN. En Italia, las comisiones de Industria y Asuntos Europeos del Senado van a discutir la operación finaciera sobre Westland.

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