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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Cien años de honradez

Las declaraciones recientes (EL PAIS del 8 de diciembre de 1985) del considerado número tres del PSOE, Txiki Benegas, sobre la irresponsabilidad de la abstención en el referéndum OTAN producen hilaridad; nos hacen recordar con pena aquel referéndum franquista del año 1966 en el que se imponía como única actitud patriótica la del voto afirmativo.Aunque presumo que ni Marx ni Pablo Iglesias son ya santos que merezcan la devoción de los compañeros socialistas, llama estos días mi atención el cancerberismo de los pesoeístas españoles al inveterado compromiso de los cien años de honradez con el que nos aporrearon los cerebros a lo largo de sus campañas electorales. Por eso hoy, en virtud de ese compromiso adquirido, me arrogo el derecho de preguntarles: ¿qué han hecho con todas las firmas recabadas entre ciudadanos españoles para nuestra salida de la OTAN? ¿Dónde han ido a parar los argumentos antiatlantistas que nos expusieron en los tajos, las oficinas y las fábricas? ¿Quiénes pudieron ser aquellos individuos del puño cerrado y la rosa que nos asaltaron en las calles con mesas y pancartas solicitándonos nuestra rúbrica para abandonar el tratado?

Eso de los cien años de honradez se convertirá sólo en una frase histórica, tanto si los que pueden no cumplen lo que prometieron como si se atrevieron, acaso, a prometernos lo que nunca estuvieron seguros de cumplir. A la "OTAN, de entrada no...", habría que añadir ahora la invocación que el señor Benegas hace a la madurez del pueblo español (como en épocas pasadas) para que se produzca el milagro de Lourdes y las cosas continúen como estaban. Acudir a la madurez del pueblo para que los ciudadanos se manifiesten en contra de lo que dicen las encuestas y de acuerdo con las pretensiones del Gobierno socialista se me antoja un frívolo argumento de políticos mediocres e indignos de ganarse el sueldo que entre todos les pagamos.

Aquí, alguien desconocía las dificultades existentes para cumplir lo que prometía o bien nos dijo lo contrario de lo que pensaba, lo que, de ser así, habría que tipificar como evidente permutación de la verdad. Por lo demás, quebrantar la fidelidad que se debe a las promesas realizadas tiene un nombre, en castellano y en andaluz, que, a lo peor, muy pronto todos debemos recordar-

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