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Reportaje:

El manchego misterioso

Luis Martínez Larios, un delincuente poco 'comun', condenado a 96 años de cárcel

La policía valenciana, cuando detuvo a Luis Martínez Larios, en la madrugada del 20 de enero de 1984, no esperaba encontrar al hombre tímido, correcto e inmaduro que ha sido condenado, casi dos años después, a más de 96 años de cárcel por la muerte de tres guardias civiles y sobre el que pesan otras tres acusaciones de asesinato, tras haber sido absuelto por falta de pruebas de dos muertes que también se le achacaban.

La extraña personalidad de Martínez Larios, un delincuente poco común, alejado de los circuitos del crimen organizado, las drogas o la prostitución, ha sumido en la perplejidad a buena parte de los inves tigadores políciales, que aseguran no haber tenido noticias de él hasta que se cometió la llamada matanza de la carretera de Montcada.En la madrugada del 17 de enero de 1984, Luis Martínez Larios, acompañado de su hermano Andrés, conducía una furgoneta robada en la que transportaban diversas armas que pensaban esconder en un chalé propiedad del segundo. A la altura del kilómetro 5,400 de la carretera Burjasot-Bétera los detuvo un control rutinario de la Guardia Civil. Según el texto de la sentencia, Luis y Andrés abatieron a tiros a dos de los guardias civiles, atacados por sorpresa, y dispararon posteriormente contra el tercer guardia, que consiguió, antes de morir, repeler la agresión. Andrés Martínez Larios, herido de gravedad por un tiro en la femoral, fallecería pocos minutos después en su domicilio de Valencia, adonde lo trasladó su hermano Luis.

El hecho de haber llevado a su hermano a morir a casa, donde su cadáver fue descubierto por la policía, colaboró decisivamente en la captura de Luis Martínez Larios, sobre el que hasta el momento no constaba dato alguno en los archivos políciales. Una denuncia, posiblemente formulada por un extraño personaje que desaparecería inmediatamente de Valencia y que en un principio actuó como encubridor, fácilitó la detención del manchego misterioso, como le llama la Prensa valenciaría, en un piso donde se refúgió tras el triple crimen.

Detenido y bajo la ley Antiterrorista, Luis Martínez Larios reconoció a lo largo de exhaustivos interrogatorios la autoría de diversos robos y atracos, pero jamás la de muerte alguna, que ha negado siempre con firmeza. Fue acusado, sin embargo, de un total de ocho muertes. Entre ellas se cuentan la de los tres guardias civiles. De otras dos ha sido ya absuelto.

En las casas y chalés de los dos hermanos Martínez Larios la policía encontró un verdadero arsenal, robado en diversos asaltos a armerías y soldados, y una importante cantidad de dinero.

Todas las fuentes consultadas coinciden en señalar que fue Andrés Martínez Larios, ocho años mayor que Luis, quien inició a su hermano en su larga carrera delictiva, actuando como cerebro de todas las operaciones.

Luis Martínez Larios, nacido en Albacete hace 35 años, experto en electrónica y casado con una mujer de la que se muestra rendidamente enamorado, es un hombre tímido, infantil e inmaduro, aunque con una inteligencia normal y una gran habilidad manual. La policía le considera un hombre peligroso, "capaz de disparar a sangre fría sobre una persona indefensa si cree que ésta le podrá reconocer", minucioso en la preparación de sus operaciones delictivas pero de carácter débil.

Durante los interrogatorios, desarrollados en la sede de Jefatura Superior de Policía de Valencia, en el transcurso de los cuales Luis aseguró haber sido maltratado, se desmoronó física y psicológicamente. Fue imposible probar cualquier relación de los hermanos Larios con los ambientes delictivos de Valencia. Al parecer actuaban siempre en solitario, en operaciones minuciosamente planeadas, y disponían de abundante armamento, conseguido en diversos asaltos. "Eran unos peliculeros", según un miembro de la Brigada de Policía Judicial, "pero no unos manguis o unos chorizos".

Su nivel de vida en la localidad de Mislata, pegada a Valencia, era mediano, sin grandes ostentaciones, aunque solían llevar encima grandes cantidades de dinero procedentes de los atracos a diversos establecimientos y entidades bancarias. No se les conocía afición a las drogas, el alcohol o el juego y gozaban de una vida familiar estable y pacífica.

Luis Martínez Larios aseguró ante el juez, en la Sección Cuarta de la Audiencia Provincial de Valencia, no haber disparado "ni una sola bala" en el enfrentamiento con los guardias civiles, aunque admitió haber estado presente en el mismo, acompañando a su hermano.

La defensa insistió en todo momento en concentrar la culpabilidad en Andrés Martínez Larios, "el verdadero cerebro, que convenció a Luis para que le acompañase en la furgoneta, sin darle a conocer el contenido de la misma", según el prestigioso penalista Jesús Sancho Tello, encargado del caso.

Sancho Tello aseguró a este periódico, nada más conocer el contenido de la sentencia, que recurrirá inmediatamente la misma "por ser contraria a derecho". Según el ahogado de Martínez Larios, no se practicaron todas las pruebas periciales solicitadas por la defensa, "lo que impide Regar a un conocimiento veraz, o por lo menos aproximado, de lo que sucedió en la carretera Burjasot-Bétera en la madrugada del 17 de enero de 1984".

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