Hogar, cutre hogar
Las carencias de las viviendas de los campesinos pobres son abundantes: el 97,5% de ellas no posee calefacción; las tres cuartas partes no disponen de teléfono; casi la mitad desconoce las maravillas del agua caliente; un 5,2% ni siquiera cuenta con agua corriente y un 1,8% ahorra en luz una enormidad, toda vez que aún no se hallan conectadas a la red eléctrica. La zona húmedo-minifundista soporta de modo destacado tales taras. También son apreciables las carencias de televisor en color, lavadora automática, coche y nevera. Eso sí, nadie les gana a ver el telediario en blanco y negro.También llueven las quejas sobre el nivel de equipamiento de su pueblo: un 13% carece de agua corriente y alcantarillado; o tales servicios son defectuosos(31%).
También abundan las protestas por el escaso y deficiente pavimentado. Echan en falta, asimismo, instalaciones culturales y deportivas. Por el contrario, la cantidad y calidad de sus bares y cafeterías les satisface a casi todos.
La minoría discrepante son los campesinos húmedos, -del área húmeda, entiéndase-, que, a juzgar por sus amargas quejas, se hallan a la cabeza en cuanto a carencias de todos estos servicios.
Y son los más ricos de los pobres, en general, quienes más reclaman bares. Sólo un 1,3% de las familias pobres campesinas admite que en su seno se da un excesivo consumo de alcohol o de cualquier otra droga".
Discusiones
Casi un 12,6% confesaron que en sus hogares se producían con cierta frecuencia discusiones a causa de la penuria.
Entres los pobres urbanos, si bien sus carencias de equipamiento no son tan notables, también se aprecia un nivel de acceso mediante compra menor que en el colectivo nacional, al igual que es inferior su extensión y número de habitaciones, con el consiguiente mayor hacinamiento
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.