Letamendía: "ETA se consolida como imitación de un Estado militar autoritario"
El ex dirigente de HB ha vuelto a Euskadi después de tres años de autoexilio
Francisco Letamendía, Ortzi, como se le conoce en los círculos políticos, ha vuelto a Euskadi tras no pocas vacilaciones. El que fuera abogado defensor en el proceso de Burgos de 1970, diputado por Euskadiko Ezkerra en el Congreso de los Diputados y dirigente de Herri Batasuna, revela su evolución política en el distanciamiento físico e intelectual que ha mantenido respecto al mundo abertzale, en el que tuvo un papel decisivo. Después de tres años de exilio voluntario, Ortzi, que actualmente prepara una tesis doctoral sobre el nacionalismo y la violencia en el posfranquismo, reapareció públicamente por primera vez en el entierro del dirigente abertzale Santi Brouard. Ahora rompe su silencio para señalar, en una entrevista concedida a EL PAÍS, que ETA Militar se consolida como imitación de un Estado militar autoritario.
Responde con una sonrisa que no consigue disimular cierta sensación de amargura cuando sale a colación esa supuesta fuga en barco que protagonizó en la noche del 23-F. No quiere entrar en detalles, pero asegura, quizá para acallar los cantares que la picaresca de este país entonó acerca de un viaje con retorno, que esa noche durmió en el País Vasco. Eso sí, en un lugar seguro.Pregunta. Han transcurrido ya siete años desde que abandonó el Parlamento, en el que ocupaba un escaño de diputado, con un gesto -puño en alto- que difícilmente podrá olvidar la opinión pública. Entonces el desarrollo del estatuto de autonomía era aún incipiente. ¿Qué opinión le merece ahora el desarrollo estatutario?
Respuesta. Hay un discurso de la izquierda abertzale que yo he hecho mil veces como diputado de Herri Batasuna. El estatuto vasco se elaboró en el marco de una Constitución que el pueblo vasco no aprobó; el estatuto excluye a Navarra y no comprende el derecho irrenunciable de la autodeterminación. Este discurso sigue pareciéndome válido. Creo que el estatuto, como contrato de sociedad, resuelve algunos de los problemas, pero al mismo tiempo deja sin resolver el problema de legitimación del Estado español en Euskadi, que aparece identificado exclusivamente con su aparato de coacción. El estatuto, sobre todo, agrava el problema comunitario, porque existe un sector significativo, el de la izquierda abertzale, que ha seleccionado su rechazo como una de sus señas de identidad.
El proyecto 'abertzale'
P. ¿Cree en un proyecto abertzale para el País Vasco?R. Creo que la base social de la izquierda abertzale vasca se hace enormemente receptiva ante todos los movimientos alternativos, ecologistas, feministas, antinucleares, que se producen en los defectos de legitimación de los Estados modernos. ETA Militar se consolida como imitación de un Estado militar autoritario, y la sociedad política formada por las organizaciones del KAS [Koordinadora Abertzale Sozialista] acepta, no orgánicamente, pero sí de hecho, la dirección de aquélla. La sociedad civil, esto es, la base de HB, aparece sumisa y pasiva, políticamente, ante los dos niveles. ETA Militar se apropia del monopolio de la alternativa KAS, la cual se anuncia desde entonces con una rigidez militar.
P. ¿Cree que el nacionalismo violento conduce a alguna parte?
R. Es dudoso que conduzca a un proceso de liberación nacional de tipo tercermundista. En cambio, sí creo y deseo que el nacionalismo generado en torno de ETA pueda conducir, a través de una negociación, a la ampliación y enriquecimiento de la sociedad civil vasca.
P. ¿Habría que negociar con ETA? ¿Qué habría que negociar?
R. Hay que negociar con ETA, pero además hay que facilitar una negociación civil paralela. La negociación no puede ser sino en torno a un proyecto político para Euskadi, uno de cuyos polos sería seguramente de alternativa KAS. Resultaría inútil, para integrar en un nuevo contrato de sociedad a la izquierda abertzale, dirigirse a otra instancia que no sea ETA. Pero es que además ninguna parte puede ganar. Hay que tener en cuenta que ETA no es la imitación de un ejército, al que se le puede ganar infligiéndole bajas, sino la imitación de un Estado, de un Estado militar, que como todos los Estados se arroga el poder simbólico de la vida y la muerte.
P. ¿Qué piensa de la plataforma KAS como base de negociación?
R. Como plataforma es evidente que ETA lo va a exigir si tiene que negociar con el Estado. Lo que ocurre es que si comienza una negociación, de hecho, que se vea acompañada por otra de tipo civil, es inevitable que la rigidez militar de la actual enunciación de la plataforma KAS debería adecuarse a la realidad.
P. ¿Qué opinión le merece la creación de la comisión de expertos en materia antiterrorista?
R. En los trabajos que he consultado para mi tesis doctoral, Ferracuti, por ejemplo, aparece como un experto del comité europeo para los problemas criminales del Consejo de Europa, comité que es el encargado del seguimiento de la convención europea para la represión del terrorismo de 1977, la que autoriza la extradición por motivos políticos. Horghem aparece citado por Claire Sterling como miembro de la oficina antiterrorista de Alemania del Oeste. No veo cómo estos expertos van a decir cosas contrarias a lo que viene constituyendo su trayectoria y no me explico qué utilización va a dar el Gobierno vasco a este informe.
P. En un artículo que publicó en julio de 1983 defendía la idea de volver a participar en las instituciones, a pesar de que HB no se muestra partidaria de esa actitud. ¿Volvería a las instituciones?
R. Con el aparato de Herri Batasuna no tengo ninguna relación, ni buena ni mala, desde hace cuatro años. Me parece mucho más útil, por mi parte, promover, desde ahora, el fortalecimiento de una sociedad civil vasca unitaria colaborando en iniciativas culturales desde una plataforma no partidista. Creo importante afirmar y reivindicar mi condición de intelectual desligado de todo aparato, para cortar por lo sano toda interpretación de esta entrevista como cambio de línea o como discrepancias internas, de lo que es una anticipación de mi tesis doctoral. En todo caso seguiré votando a Herri Batasuna y animaré a los vascos a que hagan lo mismo.
P. ¿Se manifiesta contrario a la reinserción social que se está llevando a cabo en los tres últimos años, o bien a cualquier oferta de reinserción para ex activistas?
R. Hay que ser claros. Las actuales ofertas de reinserción no tienen nada de humanitario, sino de acción militar para causar bajas al enemigo. A lo que yo me opongo es a la maniobra política que hay detrás de todo esto, porque sus efectos van más allá de ETA; y llegan a la sociedad civil vasca creando odios y sospechas. El mayor error de Euskadiko Ezkerra ha sido apoyar, a fondo, esta maniobra. En todo caso, si la reinserción está teniendo efectos tan destructivos es por la mentalidad militar que anida en sectores civiles del KAS, que dividen la realidad social entre amigos y enemigos. Lo que sería humanitario es la concesión de un indulto colectivo de presos sin su consentimiento.
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