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El aburrimiento como enemigo

J. G. I., Cuando llegó a las once y media de la mañana al homenaje que le había preparado la dirección del PCE en el Palacio de los Deportes de Madrid, Dolores Ibárruri llevaba casi cuatro horas levantada y hasta le hubiera gustado prepararse para almorzar, porque "los obreros", suele decir, "comen a las doce".

Aunque algo agobiada, al parecer, por la visita de periodistas de numerosos países, que han llegado en los ultimos diez días hasta su despacho de la sexta planta en la sede nacional del PCE para contemplar a uno de los últimos mitos vivientes de la guerra civil española, Pasionaria estaba ayer encantada de la perspectiva tan impropia de un domingo. Porque "los domingos", revela Irene Falcón, su inseparable secretaria y compañera desde hace cuarenta años, "Dolores lo pasa fatal. Se aburre".

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Y es que, habitualmente, la presidenta del PCE acude todas las mañanas al edificio del Comité Central de su partido, en la calle de la Santísima Trinidad. Esa es su obsesión y su ilusión. Y cuando alguien intenta disuadirla, ella desdeña el frío y la lluvia, si se encuentra con fuerzas, y replica con un viejo hábito de protesta: "¿Cómo no voy a ir a trabajar? Y entonces, ¿qué hago yo hoy?".

Quienes han acudido con frecuencia a su despacho, conscientes de que su visita es siempre esperada, cuentan que el trato con Pasionaria impone respeto, pero entraña familiaridad. Sus gestos, a menudo cariñosos, y sus palabras, de sorprendente firmeza, perfilan todavía a su edad el brío temperamental de un matriarcado de raíces vascas, reforzado por unas duras condiciones de vida.

Su tradicional indumentaria negra no tiene, en cambio, relación con la maternidad trágica de quien ha conocido la muerte de cinco de sus seis hijos, sino que es un luto familiar, remoto, relacionado con su Gallarta natal (Vizcaya) y con el fallecimiento de algún pariente a estas alturas olvidado. Décadas después, Pasionaria argumenta que de negro está siempre bien vestida la mujer de un obrero."¿A dónde queréis que vaya de colorines?".

Las mujeres que conviven con ella a diario en el partido dicen que "Dolores sigue siendo coqueta", y para probarlo remíten a la perfecta limpieza de sus vestidos, al uso cotidiano de los pendientes, al rechazo de la dedicatoria de una fotografía donde ella no se encuentra guapa, al arreglo frecuente del moño que se ha trenzado ella misma por la mañana.

Su inseparable Irene Falcón afirma que "Dolores no es una persona estrictamente política, sino que le interesa la vida de la gente". Y alguna de esa gente que la escucha con frecuencia advierte que "una cosa es que no se acuerde de lo que le dicen y otra que no se entere". Según esas personas, en momentos de lucidez Dolores Ibárruri ha ironizado con que "Santiago ya le hizo lo mismo a Largo Caballero", al percatarse en algún momento del distanciamiento y la crítica respecto del PCE por parte del ex secretario general, y ha dejado escapar amargas alusiones a la división de los comunistas y su pérdida de representatividad.

Y así, aseguran que cuando hace unos meses un diputado comunista de la Comunidad Autónoma de Madrid le pidió un retrato dedicado al Grupo Parlamentario, tuvo que explicarle cuántos comunistas hay en la Asamblea, cuántos socialistas y conservadores, para escuchar a continuación: "¿Y no les gustaría a los ujieres que les dedicara una foto?".

Sus más allegados dicen que sigue "sin tragar" a los socialistas -no conoce personalmente a Felipe González-, que continúa tan anticlerical como antes de la guerra y que le sale a relucir "el carácter" cuando le hablan de que los jóvenes no tienen trabajo, de que "el cambio no es cambio" y cuando le mientan a Ronald Reagan.

La presidenta del PCE vive con un marcapasos colocado por vía pericárdica y los médicos le pronostican que puede llegar a centenaria. Según los chequeos a los que se somete cada dos o tres meses, su aparato circulatorio funciona muy bien, a lo cual contribuye lo delgada que se encuentra, para satisfacción de los médicos, que le permiten comer de todo, a condición de que no abuse en las cantidades.

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