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Los 'doce' afrontan hoy en Luxemburgo el plan de reforma de la CEE

Los jefes de Estado y de Gobierno de los doce se reúnen hoy y mañana en Consejo Europeo en Luxemburgo para debatir, por primera vez en 28 años, una reforma de la CEE. El debate se centrará en la creación de un verdadero mercado común, la reforma de las instituciones comunitarias, con un mayor protagonismo del Parlamento Europeo, y el inicio de nuevas políticas comunes. Pero toda enmienda al Tratado de Roma ha de ser aprobada por unanimidad, lo que hipoteca el éxito de esta cumbre.El cónclave de titulares de Asuntos Exteriores concluyó ayer, con ligeros progresos en la búsqueda de fórmulas de consenso que preparen la cumbre.

El italiano Giulío Andreotti señaló que la reunión había finalizado sin sentimiento de crisis, "pero sin Papa".

Felipe González, presidente del Gobierno español, llegó anoche a Luxemburgo, donde afirmó que "España apoyará la reforma del Tratado de Roma y la creación de un tratado político que permita una política exterior y de seguridad común a todos los países miembros".

Los más reacios a llevar a cabo cualquier reforma del tratado son los daneses. Al otro lado se sitúan italianos y belgas, que quieren una verdadera transformación de la Comunidad Económica Europea.

Existe la posibilidad de firmar una reforma sin contenido real, pero que permitiría salvar formalmente la cara ante el compromiso adquirido. O que todo se remita a la próxima cumbre. La clave está en la creación de un gran mercado europeo, sobre cuya definición ni siquiera hay acuerdo. Las diferencias entre los países miembros son muchas.

Así, Dinamarca y, en menor medida, la República Federal de Ale manía se niegan a rebajar sus más altas normas de calidad; el Reino Unido e Irlanda quieren mantener su estatuto fitosanitario insular; los países más atrasados, entre ellos España y Portugal, piden plazos para adaptarse a las normas comunes y ayudas en base a su menor grado de desarrollo.

Esta reforma no tocará la ley no escrita de la CEE -el compromiso de Luxemburgo de 1966-, que permite a una nación el recurso al veto para defender un interés nacional. Los grandes tienen poco interés en que prospere una reforma que limite su poder de decisión.

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