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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La derrota de una victoria

LA VICTORIA por mayoría simple de Coalición Popular y su fracaso a la hora de conseguir la mayoría absoluta en el Parlamento, gallego (un objetivo que el propio Manuel Fraga se había señalado como meta irrenunciable), el mantenimiento por los socialistas del avance logrado en las autonómicas de 1981, el excelente resultado de Coalición Galega (vinculado con el reformismo de Miquel Roca) y el retroceso relativo de la abstención constituyen los rasgos más sobresalientes de las segundas elecciones autonómicas de Galicia. La participación popular (58,08%) ha quedado por debajo de las legislativas de 1982 (63,7%), pero bastante por encima de los anteriores comicios autonómicos de 1981 (46,4%). La abstención en Galicia, superior a la media nacional, constituye un fenómeno de naturaleza compleja. La diseminación geográfica de los núcleos de población rural (más de 30.000), las dificultades de comunicación y la emigración explican parcialmente esa atonía, cuyas claves últimas residen, sin embargo, en factores de naturaleza política, sociológica y cultural. Las diferencias de participación entre las elecciones legislativas, por un lado, y las convocatorias municipales y autonómicas, por otro, se registran también en otras comunidades. En Galicia, la abstención en las elecciones parlamentarias de 1977 (38,8%) y 1982 (36,3%) fue menor que en los comicios autonómicos de 1981 (53,6%) y de 1985 (41,64%). En cualquier caso, se han despejado los temores que suscitó la impresionante abstención en el referéndum del estatuto de autonomía, cuando sólo un 28% de los gallegos acudió a las urnas y las instituciones de autogobierno parecieron nacer en medio de la indiferencia general.Los datos -provisionales- del escrutinio revelan que Coalición Popular ha obtenido su esperada victoria en las urnas, pero ha fracasado en sus anunciados intentos de obtener la mayoría absoluta en el Parlamento gallego. Para Manuel Fraga, la convocatoria teñía un doble propósito: por un lado, afianzar el control del partido conservador sobre las instituciones autonómicas gallegas; por otro, consolidar su liderazgo personal en el seno de la derecha española, sometido a soterrada discusión por influyentes sectores del mundo conservador y por algunos de sus aliados políticos. Analíticamente, sin embargo, resulta necesario distinguir entre las consecuencias de los resultados de ayer para los próximos cuatro años del gobierno de la comunidad autónoma de Galicia y sus implicaciones para las elecciones a las Cortes Generales, dentro de pocos o de muchos meses. Cualquier tentativa de extrapolar mecánicamente al resto de España las elecciones gallegas se vería obligada a interpretaciones demasiado simplificadoras y a omitir las evidentes diferencias políticas existentes entre esa comunidad autónoma y el resto de España. En cualquier caso, el fracaso conservador en su intento de obtener la mayoría absoluta puede tener dramáticos efectos sobre el futuro de Manuel Fraga, que había hecho una arriesgada apuesta personal al comprometer su credibilidad política en ese objetivo, que había convertido las autonómicas gallegas en unas primarias de 1986 y que había desplazado incluso a Gerardo Fernández Albor como líder de la campaña de Coalición Popular.

Las elecciones autonómicas gallegas de 1981 marcaron el comienzo del fin de Unión de Centro Democrático -cuyos resultados cayeron desde el 52,4% de 1977 y el 47,6% de 1979 hasta el 27,3%- y el ascenso de Alianza Popular, vencedora en esa convocatoria con el 30% del sufragio popular. Si las elecciones parlamentarias de 1982 afianzaron la hegemonía en la derecha del partido conservador (con un 37% de los sufragios), esta- segunda consulta autonómica ha marcado una ligera alza en esa tendencia (con más del 40% de los sufragios), pero ha fracasado en su tentativa de captar los votos de la opción centrista, defendida en esta ocasión por Coalición Galega. La imagen de derecha moderada que lapresidencia de Gerardo Fernández Albor en la Xunta ha conseguido dar a Coalición Popular en su comunidad autónoma y las peculiaridades de la política gallega explican, por lo demás, la buena implantación de los conservadores en la región. Mayor dificultad implica la tarea de analizar la dirección del voto en los términos genéricos de la contraposición derecha-izquierda. Mientras UCD existió como opción política, la suma de los sufragios centristas y conservadores sufrió un progresivo descenso desde 1977 (65,1%) hasta 1982 (54,5%), pasando por las convocatorias d e 1979 (61,2%) y de 1981 (57,3%). Las transformaciones en el mapa electoral, con la aparición de Coalición Galega y las dudas existentes sobre su futura estrategia de alianzas, dificultan la actualización de esas comparaciones. En cualquier caso, los socialistas, que habían mejorado sus posiciones relativas desde el 15,4% de 1977 al 32,2% de 1982, también consiguen un balance favorable si se comparan sus resultados en las dos elecciones autonómicas, que han pasado del 19,3% de 1981 a casi el 30% de 1985.

En el terreno situado entre conservadores y socialistas, Coalición Galega ha obtenido unos excelentes resultados, susceptibles también de una doble interpretación, de ámbito autonómico y de alcance nacional. Al igual que en el caso de Manuel Fraga y de Coalición Popular, deberá quedar también para un posterior comentario el análisis de las repercusiones de los comicios gallegos sobre el porvenir de la llamada operación Roca, que saldrá indudablemente reforzada para la búsqueda de los votos del centro en las futuras elecciones parlamentarias.

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La eficaz campaña realizada por Pablo González Mariñas y la buena implantación social del centrismo heredero de UCD explican ese notable éxito, que ha roto las pretensiones de Coalición Popular de alzarse con el monopolio del voto no socialista en Galicia. Tanto los comunistas -lanzados a una insensata lucha fratricida como las siglas de Adolfo Suárez -defendidas en Galicia por un desconocido- han quedado fuera del Parlamento gallego. Dentro de las fuerzas nacionalistas, el PSG-Esquerda Galega, que ocupa un espacio político comparable al de Euskadiko Ezkerra en el País Vasco, consigue superar al Bloque. La gran incógnita que se abre ahora se refiere a la formación de la nueva mayoría en el Parlamento de Galicia, cuya llave está en manos de Coalición Galega. De los diputados centristas dependerá ahora que Coalición. Popular continúe al frente de la Xunta o que una nueva mayoría de centro-izquierda la sustituya.

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