Las obras públicas y el 'galleguismo', principales puntos de acción de la Xunta en sus cuatro años de existencia
ENVIADO ESPECIALCuatro años después, casi la mitad de los gallegos piensa que "ha habido de todo" en la actividad de la Xunta para mejorar la situación de una comunidad autónoma que aún cuenta con importantes bolsas de pobreza y subdesarrollo. El buen o mal funcionamiento de la Xunta, centrada en el galleguismo y las obras públicas, ha sido el caballo de batalla en la campaña electoral: los gobernantes autonómicos han aplazado no pocas inauguraciones hasta el final, de manera que muchas de ellas casi coincidieran con la campaña, mientras la oposición criticaba el "electoralismo" de un equipo al que, hasta ahora, tachaban de "inoperante" y "descoordinado".
Fernández Albor parece haber puesto el acento de su actuación en unos cuantos puntos muy seleccionados: las obras públicas, por un lado, y la profundización de la autonomía, por otro. En este último capítulo destacan la ley del Galleguismo y el decreto de Normalización Lingüística, que supusieron, según reconocen todas las fuerzas políticas, un importante avance para la concienciación autonómica de los gallegos (un sondeo elaborado para varios periódicos regionales mostraba, hace algunas semanas, que el 69% de la población de esta comunidad valora positivamente su autonomía).Por lo que se refiere a las obras públicas, poco antes del comienzo de la campaña los periódicos gallegos publicaban, bajo el título de Velaquí as contas (He aquí las cuentas), una separata de 12 páginas, insertadas como publicidad, en las que se incluían las principales realizaciones en las que la Xunta ha invertido su presupuesto en los últimos cuatro años: subvenciones destinadas a crear puestos de traba o para los jóvenes, 2.000 millones invertidos en centros asistenciales, casi 1.500 millones en obras e instalaciones deportivas, programas para adaptar la agricultura y la pesca al reto de la adhesión a la CEE, ley de Ordenación Pesquera, 67.575 millones de pesetas de inversión en la red viaria, Plan de Electrificación Rural (Perga), subvenciones por casi 6.000 mil millones para la promoción industrial, etcétera.
Especial referencia se hacía a la construcción del puente (casi dos kilómetros de largo) que une la isla de Arosa con el continente; la gigantesca obra -para nada se hace referencia en las publicaciones oficiales al hecho de que se inició bajo los auspicios del Gobierno de UCD- fue inaugurada el pasado mes de septiembre por el presidente de la Xunta, Fernández Albor, acompañado por Fraga.
Éste último hubo de regresar en barca (tras haber atravesado el puente en automóvil en el recorrido de ida), al impedirle el regreso un grupo de manifestantes. También inmediatamente antes del inicio de la campaña, Albor procedía a inaugurar el complejo del palacete de San Caetano, en las afueras de Santiago, que albergará la burocracia de las consellerías de la Xunta.
Inauguraciones
En la política de inauguraciones de última hora, el Gobierno autonómico estuvo a punto de llegar demasiado lejos: el pasado día 7, la víspera de la inauguración formal de la campaña, el conselleiro de Ordenación del Territorio y Obras Públicas, Anxel Mario Carreño, acudía a Salvaterra do Miño (Pontevedra) para inaugurar un transbordador que unía ambas orillas del río, creando así un. nuevo paso fronterizo hasta Portugal. Como aún no estaban concedidos los preceptivos permisos de las autoridades centrales, la policía abortó el acto, invitando a Carreño a abandonar la inauguración.La personalidad de Carreño, presidente de AP en Orense y uno de los hombres fuertes del partido en la Xunta, añadió leña al fuego en este asunto. Como responsable de una política de Obras Públicas a la que la Xunta ha otorgado todo el protagonismo, Carreño ha estado en el punto de mira de la oposición y de la opinión pública. Los gallegos aún recuerdan el día en el que, en el Parlamento, el diputado de Coalición Galega Santos Oujo Bello le calificó como "míster cuatro por ciento". Quien de hecho es jefe de filas de Coalición Galega y candidato reformista a la presidencia de la Xunta, Pablo González Mariñas, no llega a tanto: se limita a criticar que la Xunta ha seguido hasta ahora "una política de inaugurar primeras piedras y muy pocas últimas piedras". Mariñas ataca la 'incapacidad para resolver problemas, la carencia de un programa" y el hecho de que Fernández Albor haya gobernado cuatro años "sin someter su programa al Parlamento".
Otra acusación de Coalición Galega, que afirma que la Xunta solo ejecutó, hasta octubre de 1984, la mitad de las inversiones presupuestadas, es respondida así por Jose Luis Barreiro, vicepresidente de la Xunta y mano derecha de Fernández Albor: "Eso suele pasar siempre; en el año 84 se aprobaron dos leyes presupuestarias: la ordinaria y otra de 12.000 millones de pesetas, que representaba ya el 40% de un ejercicio. Por tanto, es lógico que, cuando se rinden cuentas en septiembre, con una ley entrada en vigor en mayo y otra en agosto, no esté todo invertido".
Tampoco los socialistas se atreven a hablar (públicamente al menos) de corrupción en la gestión de la Xunta, aunque algún dirigente del PSOE, como el miembro de la Ejecutiva federal Salvador Fernández Moreda, haya llegado a ofrecer a los periodistas un informe negro, oferta nunca consumada.
El ministro de Transportes, Abel Caballero, único ministro gallego en el equipo de Felipe González, negó conocer la existencia de cualquier dossier de este tipo. Y se unió a las críticas de reformistas y comunistas al hablar de la "absoluta ausencia de logros" en la actividad económica de la Xunta, que ha pasado por tres etapas bien diferenciadas, según quien fuese el responsable de este área: la inicial, de la mano de Carlos Otero ("caracterizada por un total descontrol", según Caballero); la de Carlos Mella, un hombre que pronto se enfrentó con el todopoderoso Jose Luis Barreiro, viéndose obligado a abandonar el Gobierno autonómico, y la más reciente, la del conselleiro Jaime Trebolle, un técnico, independiente políticamente, que pone en marcha el primer Plan Económico de Galicia.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Archivado En
- José Luis Barreiro Rivas
- Pablo González Mariñas
- Gerardo Fernández Albor
- Abel Caballero
- Declaraciones prensa
- Coalición Galega
- Política nacional
- Relaciones Gobierno central
- Presupuestos autonómicos
- Financiación autonómica
- PSOE
- Elecciones autonómicas
- Parlamentos autonómicos
- Galicia
- Ministerios
- Impuestos
- PP
- Gobierno autonómico
- Elecciones
- Partidos políticos
- Tributos
- Gasto público
- Parlamento
- Política autonómica
- Comunidades autónomas