Pijama
Sería muy oportuno aprovechar este buen momento del diseño español para exigir la revisión del pijama. No es un tema trivial. Si ante nosotros hay una expectativa aterradora referida al juicio final, a ella corresponde la visión de cientos de miles de hombres, niños y adultos, vestidos con los actuales pijamas. Parece mentira que contando, como se cuenta, con que este acto fatal de reconocida envergadura se producirá a media noche no se haya atendido a la indumentaria.Llevo el asunto a este punto movido, en verdad, por la desconfianza de que cualquier otra razón menor pueda inducir a una reforma. Múltiples decenios han demostrado el contumaz desdén con que se ha tratado esta prenda masculina. Mientras para los camisones femeninos se tuvieron en cuenta algunas formas nocturnas de presentación social, el pijama sigue remitiendo a los tópicos modelos para reclusos o a la idea de un traje de operario. Presumo que el feminismo tendría algo que decir en este punto.
Entrar en la cama no ha de asociarse a un acontecimiento jovial. La vida nocturna se encuentra en muy altos porcentajes alejada de ello. Pero de ahí a la denigración a que se somete al ciudadano mediante los tipos más comunes de pijama va un abismo. Alguien podría pensar que el asunto carece de importancia, puesto que pronto se apaga la luz y más allá no existe nada. Pero esto comporta una actitud abandonista que podría extenderse a otros ámbitos no menos capitales. Más que considerar el tiempo del sueño, lo importante es centrarse en el envilecimiento inherente a ser estampados con una ristra de rayas gordas surcándonos en canal o, en otros supuestos, a vestirse con un seráfico conjunto de popelín con vivos en las solapas y bocamangas. Otro asunto, por lo demás, es el caso del skyjama, que si al principio pudo ser recibido como algo innovador, ha conseguido gradualmente ya, tanto en tonalidades marrones como en dibujos de fantasía, los más altos niveles de la ignominia.
No insistiré más. Éste es de la clase de problemas culturales que acaban conduciendo a una sociedad a la desesperanza.
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