La fertilidad del otoño, en la escena parisiense
El gran actor Bernhard Minetti pasó fugazmente por la capital francesa
La rentrée suele coincidir en París con la inauguración del Festival d'Automne, que empieza a mediados de septiembre y se prolonga hasta mediados de diciembre. Este festival, el más prestigioso de Francia y más conocido internacionalmente después del de Aviñón, se inició en 1972, cuenta con fuertes subvenciones de los ministerios de Cultura y de Asuntos Exteriores, así como del Ayuntamiento de París, y se celebra este año en 18 locales muy diversos: desde la Comédie Française al Centre, Georges Pompidou y desde la Opera Comique al Café de la Danse.Sin ser un festival exclusivamente dedicado al teatro, se le ha considerado desde 1973, el año de su consolidación, como un brillante competidor del Festival de Nancy, creado por el actual ministro francés de Cultura, Jack Lang, y que hoy se intenta reactivar con escasa fortuna.
Por el Festival d'Automne han pasado, siendo en su mayoría descubiertos o lanzados internacionalmente por el festival, los siguientes artistas: Bob Wilson (Ouverture, 1972), Jerzy Grotowski (Apocalipsys cum figuris, 1,973), Peter Brook (Timón de Atenas y Les Iks, 1974, año de la apertura de Les Bouffes-du-Nord, el actual teatro de Brook), Luca Ronconi (Utopía, 1975), Peter Stein y Klaus Michaël Grüber (Los veraneantes y Empedok1es Hölderlin, Lesen, respectivamente, 1976), Lioubimov y el Teatro de la Taganka (Hamlet, en la adaptación soviética de Boris Pasternak, 1977), Jean-Marie Patte (Fausto, de Marlowe, 1978), Víctor García (Gilgamesh, 1979) Tadeusz Kantor (Wielopole, Wielopole, 1980), y Lee Breuer y el grupo Mabou Mines (The lost ones de Beckett, 1981).
Y podríamos seguir citando nombres: de Eugenio Barba a Giorgio Strehler, de David Warrilow a Richard Foreman, entre los que se cuentan dos grupos españoles, La Claca (Mori el Merma, 1978) y La Cuadra de Sevilla (con su espectáculo Andalucía amarga, 1979).
Descubrir talentos
Al frente del Festival d'Automne se halla un gran connaisseur, Michel Guy, que fue ministro de Cultura con Giscard d'Estaing y fue quien echó a Lang, el actual ministro de Cultura, del teatro de Chillot, pero también quien colocó a Jean-Pierre Vicent frente al TNS (Théâtre National de Strasbourg), el cual sería luego nombrado por Lang administrador general de la Comédie Française, decisión poco afortunada si se tiene en cuenta el escaso rendimiento creativo que está ofreciendo el primer teatro de Francia.Pero el éxito de un festival no reside tan sólo en la personalidad de su director, sino que muchas veces, por no decir todas, depende casi exclusivamente del trabajo que realizan sus colaboradores, encargados de descubrir talentos, de poner a punto las coproducciones, de suscitar determinados trabajos en el campo del teatro experimental, susceptibles de convertirse en auténticas revelaciones.
En este sentido, el equipo de, Michel Guy es uno de los que mejor funcionan en Europa y cuenta además con la suerte de que uno de sus más directos colaboradores, Alain Crombecque, es el actual director del Festival de Aviñón, sustiyendo a Bernard Faivre d'Arcier, nombrado consejero del primer ministro galo en temas culturales, lo que permite una más estrecha colaboración entre los festivales de Aviñón y París (d'Automne), sobre todo en el terreno de las coproducciones.
Minetti
En la programación del Festival d'Automne de este año encontramos uno de los grandes triunfadores de Aviñón-85, Tadeusz Kantor, con su último espectáculo Qu'ils crevent, les artistes (¡Que revienten los artistas!), y que inaugurará el Memorial Xavier Regás, de Barcelona, en 198 6, junto a otros grandes montajes, como son la Berenice, de Racine (Comédie Française, hasta el 8 de diciembre), y Kóning Lear (El rey Lear), ambos dirigidos por Klaus-Michael Grüber, con decorados de Gilles Aillaud.La Berenice se da en francés, el texto se dice muy lentamente, con unción- hay algo de grandioso en ese montaje, pero el público francés, y más el intransigente y raciniano de la Comédie, se muestra algo reacio, aunque las críticas en general han sido buenas. El rey Lear se dio tan sólo un par de días, en Chaillot y en alemán. Es una producción de la célebre Schubühne de Berlín, con un monstruo sagrado en el personaje de Lear:,Bernhard Minetti, 80 años cumplidos (nació en Kiel, un puerto del Báltico, en enero de 1905), tal vez, o sin tal vez, el actor más querido y aplaudido de Alemania, al que el, al menos para mí, más interesante autor teatral europeo, Thomas Bernhard (su teatro permanece inexplicablemente inédito en España), le ha escrito una obra que se titula precisamente Minetti y se subtitula Retrato del artista viejo (Suhrkamp Verlag, Francfort del Main, 1977. Hay traducción francesa, buena traducción: L'Arche, París, 1983), en la que un tipo la mar de pintoresco y que dice llamarse Minetti -como el célebre actor alemán- se presenta un atardecer en un miserable hotel del Ostende donde, al parecer, le ha dado cita el director del teatro de Flensburg, en cuyo escenario el llamado Minetti debe interpretar el personaje de Lear, provisto de una máscara que le ha confeccionado James Ensor.
Pero, claro, el director no llega (como Godot) y la obra, y la carrera del actor, termina en medio de una tempestad de nieve en la que el clown se suicida.
Melodrama
El Lear de Grüber parece un paisaje de ultratumba, el período glaciar del invierno nuclear, después de la gran catástrofe atómica.Él soneto de Beaudelaire, Le Gût de Néant, que se reproduce en el programa de mano, ilustra a la perfección este impresionante montaje, que pone los pelos de punta, y en el que Minetti está sencillamente genial.
Además de Kantor y Grüber/ Minetti, el Festival d'Automne presenta a Xenakis, Ornette Coleman, Martha Graham, Karole Armitage, la integral de Jacques Becker, Black and blue (un espectáculo de Claudio Segovia y Héctor Orezzoli); el último Jérôme Deschamps, La Veillée, junto a Margarite Paradis, de Michele Guigon -que vimos en el Grec85-; Automne, de Jean-Marie Patte, Mercedes, de Thomas Brasch, en montaje de Hans Peter Cloos: un espectáculo sobre el melodrama, Boulevarddu Mélodrame (es decir, du Crime), de Juan Piñeiro y Alfredo Arias, dirigido por este último; un extraordinario montaje sobre textos de Faulkner, Je songe au vieux soleil..., que vi en Aviñón, y Interieur, de Maeterlink, un bello espectáculo de Claude Régy en el que se intenta, como ya lo intentó Jordi Coca en Barcelona, pero con mayores medios, redescubrir el autor de Pelléas et Mélisande, reivindicar su modernidad, lo cual se queda, como ocurrió en Barcelona, en un encomiable esfuerzo estético, y poca cosa más.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.