La rebelión en las aulas

"Como profesor del CP Juan de Herrera, y como lector desde siempre del periódico que usted dirige, desearía rebatir y puntualizar algunas de las afirmaciones que se hacen en el reportaje titulado Rebelión en las aulas, publicado en EL PAIS del día 22 del presente mes.El título me recuerda la famosa película que protagonizó Sidney Poitier, pero la UVA de Vallecas no es Harlem ni Madrid es Nueva York, aunque, debido a la continua y masiva invasión de modos, usos, costumbres y telefilmes norteamericanos, cada día se parecen más las ciudades y los ciudadanos. Tampoco la rebeldía de nuestros jóvenes es comparable a la de aquel rebelde sin causa que tan bien interpretó el malogrado James Dean.

Los profesores no somos taumaturgos ni tenemos una varita mágica que nos permita transformar a los niños rebeldes en dóciles discípulos. Tampoco somos domadores, porque ni el colegio es un circo, ni los niños, fieras, aunque algunos se comporten como tigres acorralados o como monos trepadores de verjas (véanse fotografías).

Usted recabó información de varios compañeros, de la directora del centro y de varios padres de alumnos, y no estando de acuerdo con algunas de las opiniones que fueron expuestas y recogidas por usted, es por lo que discrepo de las mismas en los siguientes términos:

1. No creo que mi actitud como profesor sea generadora de ningún tipo de violencia.

2. Valoro mi trabajo y el de mis compañeros como positivo y bueno (independientemente de la metodología por cada uno empleada). No existe el autoritarismo que se insinúa ni se coarta la libertad de nadie. (¡Ojo!, no confundamos libertad con libertinaje ni autoritarismo con el principio de autoridad que debe reinar en todo centro de trabajo.)

A partir de ahí podemos elaborar un trabajo más serio y más aproximado a las verdaderas causas de La rebelión en las aulas. Si así lo hacemos, nadie sentirá nostalgias de tiempos pretéritos (Qué verde era mi valle) y, al conseguirlo, estaremos en el camino hacia Los verdes campos del Edén.-