Guapos
La última forma de cultura consiste en ser guapos, en buscar angustiosamente un cristal velado que refleje una imagen bella y equívoca. Ahora filósofos de pestañas rizadas envueltos en negligente lino presiden al atardecer mesas redondas en medio de un corro de diseñadoras de moda, masajistas románticos, cantineros femeninos, sociólogos mariposas, místicos maricas y poetas que han rellenado los poros de su alcohólica nariz con una crema de Dior. El coloquio formando un estanque donde todos se miran. La verdad efímera flota en esas aguas entre flores de anémona y devuelve a cada uno el propio deseo de agradar. Tú eres eso que la gente cree que eres. La opinión que otros tienen de ti constituye tu mejor espejo, pero no existe un espejo oscuro más rutilante que la noche; También en los íntimos terciopelos de los bares y en las nocturnas terrazas florecen los narcisos y la piel de las frívolas palabras humedecidas con un licor profundo se desliza un Platón color de rosa mientras los atracadores en la penumbra de la calle son los únicos realistas que hallan la sustancia de las cosas con la cumbre de la navaja. El mundo está hoy atravesado por un gran viento de estética, aunque este país, como siempre, tiene mala suerte: nuestros artistas son feos, nuestros asesinos son guapos.Los filósofos analizan la sombra que proyectan, los sociólogos intuyen la vida en la luz de los escaparates, los políticos contemplan su alma en las encuestas, los escritores pasan modelos de primavera, los poetas anuncian perfumes. todos son reflejos. Los maquillado res trabajan a destajo. A veces pienso que en algún lugar estará la realidad tangible. Probablemente se trata de ese muchacho brutal que monta una motocicleta y de pronto se estrella contra el espejo de la noche descomponiéndolo en un millón de vidrios o en ese bello chacal que te señala la yugular con un índice de acero y te despoja de cualquier brillo superficial en una esquina. No hay que darle más vueltas. Alguien nos ha impuesto la obligación de ser culturalmente guapos. Pero la cultura más bella hoy sigue siendo todavía la violencia.
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