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Reportaje:

Un colegio para niñas madres

40 menores conviven con sus hijos en un centro madrileño

Amelia Castilla

Un total de 40 mujeres, madres solteras de edades comprendidas entre los 14 y los 21 años, conviven con sus hijos en la residencia Norte, un centro dependiente de la comunidad autónoma madrileña situado en la calle de Gutiérrez Amigo. Las internas pertenecen a los estratos más bajos de la sociedad, carecen de medios económicos y realizan trabajos marginales. Algunas han sido violadas por sus padres o por sus hermanos, y en general, su relación sexual se ha desarrollado con chicos muy jóvenes o con hombres maduros. En su corta vida, más que promiscuidad hay falta de afecto.

La residencia, un moderno edificio de cuatro pisos rodeado de césped, está semivacía. La mayor parte de las internas trabaja en casas por la zona de Arturo Soria, y los 30 niños que hay en el centro están en la guardería. Por el jardín pasean dos jóvenes en estado de ostensible embarazo. El interior está decorado con muebles modernos y funcionales, y por todas partes hay plantas y dibujos infantiles. La casa está dividida en 12 pisos, cada uno compuesto por cinco habitaciones, una cocina y una sala.Desde su despacho Elisa Escudero, de 44 años, psicóloga y directora del centro, imparte instrucciones a una educadora para que comunique a las chicas de una de las plantas, que se han dedicado a desparramar botes de lejía por los suelos, que tendrán que abonar ellas mismas los gastos ocasionados. "Las jóvenes que pasan por la residencia", explica la directora, "carecen de familia, o si la tienen es sin ningún medio económico. Un porcentaje importante es hijas de prostitutas o de madres solteras. Han pasado por colegios de protección de menores y han tenido problemas con la policía. Difícilmente establecen relaciones de pareja y mantienen relaciones esporádicas con los chicos".

En el centro permanecen hasta la edad de 21 años. Reciben clases de EGB, graduado escolar y de formación profesional. Todas están en planificación familiar y utilizan anticonceptivos. El porcentaje de madres solteras ha aumentado en un 500% en los últimos años; "por eso hacemos especial hincapié en que las chicas utilicen anticonceptivos", explica la directora.

La historia de muchas de las pequeñas que pasan por la residencia es terrible. La directora recuerda como uno de los más espeluznantes el de una joven de Cáceres que fue violada por su padre. El mismo que intentó matarla después, cuando se enteró que estaba embarazada. La llevó a una casa abandonada e intentó estrangularla con el cinturón de su anorak. La joven fue encontrada por unos campesinos. "La dejé por muerta", confesó su padre en el juicio en el que se le condenó a 30 años.

La directora no oculta que la única salida para estas mujeres pasa en muchos casos por la adopción de los niños, "porque, aunque sea doloroso, es la mejor forma de que ambos salgan adelante".

Cara de niña

En esa situación se encuentra Paqui B. G., una joven de 20 años con una hija de dos. Paqui, que tiene nueve hermanos, llegó a la residencia hace 18 meses con la pequeña Eva entre los brazos. Esta joven con cuerpo de mujer y cara de niña se fue a los 12, años a vivir a Murcia con su padre, que entonces vivía con otra mujer. Le gustó uno de los hijos de su madrastra y estuvo enrollada con él cinco años sin que nadie en la casa se enterara. A los 17 se quedó embarazada. El chico quería a toda costa que abortara y le preparaba remedios caseros para interrumpir el embarazo, como la ingestión de cerveza caliente con aspirinas. No se atrevió a decirle a su padre lo que le ocurría -"por miedo a que me diera una bofetada y me estampara"- y se volvió a Valencia con su madre. Ella lo entendió, pero no pudo ayudarla. Tuvo a Eva en una residencia para madres solteras y luego se trasladó a Alcalá de Henares con una hermana.Páqui aprende ahora a cocinar en un cursillo de hostelería que dirige Rafael Rodríguez, una cocinero de postín que antes se dedicaba a preparar banquetes úara el general Franco. Rafael ha conseguido que las chicas. preparen comida para 60 personas -toda la Plantilla del centro, entre educadores e internas- y con sabor.

A sus 20 años, lo que más le gustaría a Paqui es casarse por la Iglesia y de blanco. Esa idea provoca un brillo especial en su mirada y le hace sonreír abiertamente. Su amiga Lolita no comparte su opinión sobre el matrimonio, pero le gustaría que fuese cierto. Lolita se parece a la Lolita de Nobokov. Tiene 17 años y una hija de 19 meses, a la que llama Marián, fruto de una esporádica relación con un chico del barrio de Lavapiés. Está enamorada de Harrison Ford, y le encanta la música de Spandau Ballet. A las chicas de la residencia lo que más les gusta es ir a la discoteca. "Nos vamos al centro", dice Lolita; "aquí, en la zona de Arturo Soria, hay gente muy encopetada y no hay ambiente para nosotras".

Milagros, una pequeña de 15 años embarazada de seis meses, espera a que nazca el bebé, para marcharse a vivir con su novio, que está acabando la mili. Sus padres son agricultores burgaleses, y sus hermanos la pusieron en la calle cuando se enteraron de lo del embarazo. "En el fondo", dice, "pese a todo lo que hemos pasado, hemos tenido suerte. Su madre ha muerto de cáncer y a él le van a dar el puesto de trabajo que ella ocupaba en el hospital".

Belén, de 17 años, mira con tristeza a su pequeña compañera. Su caso es radicalmente distinto. Está embarazada de ocho meses y ha decidido dejar a su hijo en adopción. Cuando llegue el momento irá al hospital, y allí se quedará el pequeño, al que ella no llegará a conocer. "No lo hago por quitarme un peso de encima: al contrario, lo hago por él, para que tenga una vida mejor, Mientras permanece dentro de mí, lo defiendo, lo protejo, lo cuido", dice.

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