Prisión de máxima inseguridad
La cárcel de Siracusa, en Sicilia, donde están detenidos y vigilados día y noche los secuestradores del trasatlántico italiano Achille Lauro, ha sido llamada la cárcel de máxima inseguridad. Es una vieja construcción en el centro de la ciudad, con vista al mar, situada al lado del mercado central. Hace siglo y medio era un tranquilo convento de monjas. Hoy es el centro de atención de una increíble intriga internacional. Desde ayer, ningún amigo ni familiar de los 200 presos fijos puede acercarse a la cárcel, iluminada toda la noche, con células fotoeléctricas, asediada por policías y carabineros con perros y espiada ininterrumpidamente por las televisiones de medio mundo.
En una cárcel con capacidad para tan sólo 80 personas, los 200 reclusos que actualmente la ocupan están tan hacinados que, en las celdas, las literas para dormir son hasta de siete pisos.
A través de las verjas se observan, además de los pies de los presos cuando están tumbados, quesos, embutidos y trozos de jamón colgados, mezclados con prendas íntimas de vestir puestas a secar.
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