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Sevilla, el río y la Expo

El futuro urbanístico de la capital andaluza depende de la ubicación de la Exposición Universal de 1992

Arquitectos, partidos políticos, autoridades, empresarios y demás interesados mantienen actualmente una polémica sorda sobre el futuro de Sevilla y la Exposición Universal proyectada para 1992. La discusión no es académica, porque Sevilla, con 680.000 habitantes, es la ciudad más pequeña entre las que han celebrado una expo universal, y el impacto de su localización será, por tanto, decisivo para el futuro de la ciudad. Numerosos expertos y algunos políticos piden que la exposición se realice a lo largo del Guadalquivir, en su viejo cauce de Sevilla, y afirman que el proyecto de levantar la muestra en el polígono de la Corta de la Cartuja puede producir daños irreversibles. Las autoridades implicadas niegan esto.

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El propio alcalde de Sevilla, el socialista Manuel del Valle, firmaba en junio pasado la presentación de un informe titulado La Exposición Universal de 1992, reto para la ciudad, donde se considera que la ubicación de la muestra en la Cartuja es un peligro para el futuro urbanístico de la ciudad y se apuesta por una exposición troceada a lo largo del río Guadalquivir a su paso por Sevilla.Del informe se publicó una segunda versión, en la que los cambios principales consistían en que el alcalde ya no lo firmaba y en que el cálculo de 5.000 a 10.000 viviendas que podrían construirse en la zona tras la exposición pasaba a ser entre 10.000 y 15.000 viviendas.

El problema es que el Ayuntamiento está comprometido con la ubicación de la Expo en la Cartuja, decidida en 1983 en una reunión celebrada en la Moncloa y en la que participaban al menos Felipe González, Alfonso Guerra, Luis Yáñez y el propio Manuel del Valle. La opción por la Cartuja se basa en que es un terreno libre, de propiedad pública, junto al río y frente a la ciudad, donde podría construirse el recinto unitario de 215 hectáreas comprometido para la muestra con la Oficina Internacional de Exposiciones (BIE).

Pero el informe mencionado, cuyo verdadero autor parece ser el arquitecto Eduardo Leira, que dirigió el Plan General de Madrid y es asesor del de Sevilla, afirma que urbanizar ese espacio para la Expo implica correr el riesgo de que la zona termine transformándose en una nueva y enorme área residencial que rompería con toda posibilidad de una ordenación racional de Sevilla. El alcalde, al relatar su reciente viaje a la exposición japonesa de Tsukuba, explicaba que normalmente las exposiciones se montan para preparar un terreno que luego se aprovecha para otra cosa. Esto suele conllevar especulaciones urbanísticas, pero Manuel del Valle sostiene que en el caso de Sevilla no será así, porque se trata de terrenos públicos y porque en el plan urbanístico se reservará la Corta de la Cartuja, de unas 800 hectáreas en total, para equipamiento colectivo.

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Nueva ciudad

Sin embargo, el informe citado afirma que ni el hecho de prohibirlo en el plan ni el de que se trate de suelo público impedirá que se tienda a convertir la zona en residencial. La clave reside en que no se prevé que Sevilla crezca en habitantes, por lo que la ampliación de la ciudad hacia la Cartuja llevaría a "dejar por imposible la ciudad preexistente y concentrarse en una nueva ciudad de ciertas dimensiones, en competencia con aquélla", afirma el mencionado informe.Hay que tener en cuenta que la ciudad actual cuenta, con apenas 3.000 hectáreas, frente a las que esas 800 en posible competencia representan más de la cuarta parte de lo ya existente.

Esas nuevas 800 hectáreas harán impacto, además, sobre la zona más vieja y deteriorada del viejo casco urbano, que se vería, por tanto, abocada a transformaciones traumáticas.

La ciudad, en la zona frente a la Cartuja, "está construida de espaldas al gran vacío del río", separada del mismo por la llamada estación de Córdoba, cuyas vías forman, junto con la calle del Torneo, una muralla urbana que impide incluso ver la Cartuja desde el casco. Para comunicar la Expo habría que reducir la estación y tender nuevos puentes.

Estando así las cosas, el Partido Comunista de Andalucía incidió en el aspecto político de la cuestión cuando, con ocasión de unas jornadas organizadas por este partido sobre la Expo en las que se defendieron las márgenes del Guadalquivir como mejor zona que la Cartuja, el comité provincial afirmó en un comunicado que la decisión de ubicar la muestra en la Cartuja "supone una agresión política y urbana a la propia ciudad".

Esta toma de posición ha disgustado a algunos arquitectos para los que no se puede poner el acento en lo político, porque se trata de una discusión más profunda, incluso sobre el mismo ser presente y futuro de la ciudad.

Así, para el arquitecto Antonio González Cordón, el problema de la Expo tiene tres vertientes, íntimamente ligadas entre sí. La pri mera es la ideológica, esto es: ¿qué clase de exposición se quiere? Realmente, no se ha ido más allá de la vaga idea de una muestra conmemorativa del V Centenario del Descubrimiento, y la cuestión se ha hecho más complicada tras la renuncia de Chicago a organizar una exposición paralela, que habría estado más orientada a las innovaciones tecnológicas. En segundo lugar, no existen previsiones económicas desarrolladas, en contraste, por ejemplo, con la candidatura de Barcelona a la Olimpiada de 1992, que sí cuenta con un plan económico detallado. Finalmente, está la cuestión urbanística.

Tensiones

Esta última es aún más compleja desde el momento que Sevilla no cuenta aún con un nuevo plan general, a diferencia de la generalidad de las grandes ciudades españolas.Actualmente se prepara esta herramienta urbanística fundamental, que el primer ayuntamiento democrático sevillano, gobernado por los andalucistas, no fue capaz de sacar adelante, aunque la responsabilidad no es exclusiva de los andalucistas, como reconocen hoy los demás partidos. La preparación del plan ha generado no pocas tensiones en torno a la oficina encargada de su ejecución, sobre todo porque se ha cruzado con el problema de la ubicación de la Expo.

El plan general debe dar cabida a las previsiones para la Expo, pero no puede controlarla totalmente porque la Cartuja es un Actur, esto es, un polígono cuya ordenación, por una ley de 1970, no es de la competencia del ayuntamiento, sino del Estado, en este caso de la Junta de Andalucía.

Ante la situación actual y los problemas de la Cartuja, existe una corriente de opinión favorable a proponer como principal enclave de la muestra la zona donde se asienta la actual Feria de Abril, ampliada en lo necesario con terrenos contiguos, donde se asientan la Campsa, la factoría de Construcciones Aeronáuticas, SA, e incluso el aerodromo de Tablada. Luego se aprovecharía la Cartuja para instalaciones más abiertas, fundamentalmente de parque, y se podrían disponer pequeños núcleos expositores a lo largo del río entre las dos zonas, incluso comunicados por medios fluviales.

Esta propuesta se detalla en otro más reciente informe de Eduardo Leira en su calidad de asesor del plan, quien indica que esta ubicación cerraría de modo lógico la configuración urbanística de la nueva ciudad y es una opción que entraña "muchos menos riesgos ante la eventualidad posible, aunque remota, de la no realización de la exposición", porque la mayor parte de las inversiones se harían en obras que de todos modos son necesarias para la ciudad. Se revitalizaría el centro y se evitarían peligros de descontrol urbanístico.

Dos inconvenientes

La propuesta citada tiene dos inconvenientes, al menos. El primero es que habría que expropiar terrenos hoy ocupados, y contra ello argumentan sus defensores que más caro aún sería urbanizar un terreno completamente virgen como la Cartuja y adecentar sus alrededores. El segundo es que el BIE exige un recinto cerrado. En este caso, Leira propone la idea del recinto cerrado de forma flexible. Así, el propio río, comunicando las diversas zonas, podría ser el recinto cerrado que se persigue.De esta opción era partidario incluso el Club 92, entidad cuyo objetivo es agrupar la iniciativa privada interesada en la Expo, pero una vez que se decidió oficialmente la zona de la Cartuja, este grupo afirma que ya no se puede perder tiempo volviendo sobre decisiones tomadas y que lo necesario ahora es la unidad para la acción.

En cualquier caso, la llamada del río no debe ser pequeña cuando el propio comisario de la Expo, Manuel Olivencia, declaró hace pocos días que el viejo cauce del Guadalquivir será el "eje de la exposición" y que en cualquier caso se adecentarán sus márgenes y se le hará navegable hasta la Cartuja, abriendo el actual tapón de Chapina.

El citado plan general, cuyo avance se entregará en los próximos días a la oposición municipal, probablemente dejará abiertas las dos posibilidades, según fuentes relacionadas con la oficina que lo prepara.

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