El Atlético supo explotar la falta de presión ambiental
ENVIADO ESPECIALEl Atlético rompió el maleficio que le perseguía en las copas europeas, en cuyas cuatro últimas participaciones había caído siempre en su primera aparición escénica: Dinamo de Dresde, Boavista, Groningen y Sion. La última vez que el equipo rojiblanco pasó del estreno y despedida fue en la temporada 77-78, frente al Dinamo de Bucarest. Ocho años después, obligado a marcar para superar el 1-1 del Calderón frente al Celtic en Recopa, el Atlético ha sabido explotar con un partido sobrio, práctico y en ocasiones vistoso la falta de presión de 67.000 escoceses ausentes. Cimentó su éxito sobre el juego de Landáburu, Arteche, Quique y Setién.
Comenzó el partido con una sensación extraña. La falta de público convirtió el encuentro en una especie de obra de teatro sin espectadores, en el que retumbaban los balonazos y se oían las voces de los locutores radiofónicos de las tres cadenas españolas desplazadas a Glasgow, y que pudieron finalmente contar con teléfonos para transmitir el triunfo rojiblanco. Pero, sobre todo, se oía al apuntador: Luis Aragonés.
Luis se situó en una de las gradas y desde ahí comenzó a recordarlos papeles a cada uno de sus jugadores. Probablemente eso y la falta de presión ambiental bastaron para ordenar la mente del desordenado Landáburu de anteriores partidos. El cerebro rojiblanco comenzó a recitar por delante de su-defensa, vigilado muy a distancia por McStay, abrió el libro y pasó páginas a derecha (Setién) e izquierda (Quique). Landáburu dio por momentos la impresión de disfrutar siendo el amo del juego en el recreo entre clase y clase.
El Celtic intentó imponer como en el Calderón su concepción del pressing pero el convencimiento íntimo de que un empate a cero le bastaba pareció frenar su impulso. El Atlético no cometió más errores que los derivados de algún despíste en la aplicación del fuera de juego, los problemas iniciales de Clemente ante el extremo Provan por la falta de partidos del lateral izquierdo, y, en una larga fase inicial, por los balones perdidos por Setién, que tardó en entrar en juego.
Pero, precisamente, el gol de, Setién permitió al Atlético irse al descanso con ventaja, levantar la moral y el juego del santanderino, y practicar su deporte favorito: el contragolpe. El Celtic intentó salir a la carga y ahí fue donde echó de menos a la jungla. Así llaman a la grada popular de este equipo en, la que se sitúan sus más fieles seguidores. El golazo de Quique sentenció el partido.
Eficacia policial
Desde la tribuna de prensa, el Celtic Park presentó un desolador aspecto: 67.000 asientos vacíos y un cementerio lleno de cruces al otro lado. Todo en silencio. La policía escocesa se mostró eficaz. Sólo 55 de sus miembros y 100 integrantes de un servicio de orden especial, con algunos perros, acordonaron los alrededores. El mayor contingente, en estado de alerta, no hizo falta.
Alrededor de 30 aficionados escoceses contemplaron media hora después del partido la salida del autocar del Atlético. Siempre en silencio.
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