Prostitución sagrada
Las escenas rodadas en el barrio de las Jaulas, donde ejercen la prostitución mujeres esclavas de todas las razas y edades por cuatro o cinco rupias -alrededor de cien pesetas- y en una de cuyas casas logran penetrar con la cámara camuflada de Yon Inchaustegui gracias a la complicidad de un proxeneta, son el pretexto para rodar la parte más novedosa de este primer capítulo: el rito de iniciación, en la prostitución sagrada.
Los reporteros se trasladan al pueblo de Kuhdikli, en la zona de Karnahkata, donde viven 10.000 personas, entre ellas 300 mujeres que tienen obligación de prostituirse en sus casas, sin poder negarse a nadie y sin exigir dinero.
Oliveras afirma que la ceremonia de consagración a Helhama, la diosa de las prostitutas sagradas, jamás ha sido filmada hasta ahora. El sacerdote ha leído los horóscopos de un grupo de niñas, entre seis y siete años, que han sido destinadas al culto de la prostitución. Van cubiertas con una falda de hojas, untadas con aceite y polvo de azafrán; se colocan ante un pequeño altar que simboliza a la diosa, hacen entrega de su cuerpo, y el sacerdote prohíbe filmar la parte más secreta del rito: la marca en la ingle con una barra al rojo vivo. Cuando tienen su primera menstruación están obligadas a exponerse en el dintel de sus casas.
El reportero apenas aparece en pantalla, no así su voz. Si de algo peca este primer reportaje es de la falta de sonido directo y, tal vez, del abigarramiento de secuencias, cada una capaz por sí sola de constituirse en un reportaje.
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