Una noche golfa
Sabido es que ni Deliverance, ni Perros de paja ni Si Don Juan fuese mujer ni esa peruana de cuyo nombre no quiero acordarme han desfilado por la pequeña pantalla sin provocar escándalos ni revueltas populares por la osadía de su emisión. De hecho, si exceptuamos la sesión de tarde de los sábados, en cualquier otra emisión cinematográfica esas películas hubieran pasado sin desentonar del conjunto habitual. El espacio Cine de medianoche, que se las prometió muy felices con el atrevimiento de sus pretendidas sesiones fuertes no ha sido hasta hoy más que voz baja y desilusión.Pero es hoy, precisamente hoy, cuando la sesión golfa de TVE empezará a oler a golfa, con una película titulada Cuentos inmorales. ¡A dónde vamos a parar!, dirán las almas benditas de esta tierra de benditos.
Sería prudente aconsejar a esas almas benditas que esta noche formaran en retirada y se acostaran pronto en sus lechos morales, dejando al español curioso y al pícaro espectador deleitarse ante la fecha histórica de los primeros desnudos en cadena continua de nuestra pequeña pantalla.
Porque Cuentos inmorales es eso, una cadena de postales eróticas convenientemente ordenada en cuatro episodios edificados como tributo al sexo. Sexo, por otra parte, entendido desde todos sus sentidos, como contemplación, como sadismo o como acto litúrgico.
Estos Cuentos inmorales, de Borowczyk, a diferencia de los morales de Rohmer, no tienen tanto de ética como de iconografía erótica y simbología. Para Borowczyk el sexo no es un capricho -de serlo no se llamaría Borowczyk: lo conocériamos por David Hamilton- sino una necesidad, una necesidad que él sabe reconvertir en ambientes barrocos, a veces medievales, bordeados de un tacto exquisito en el dibujo coral de personajes y objetos. Cuando su trazo llega a la perfección, la obra se llama Blanche o La bête. Cuando se le han aguado las acuarelas el resultado puede ser Cuentos inmorales, película dispersa, ecléctica.
Fantasmas íntimos
Pero no vayamos a aguar nosotros también la fiesta. Por lo menos destaquemos que el primer episodio, basado en una narración de André Pierre de Mandiargues, tiene gracia y sentido, jugando la baza de una marea que aparece como una metáfora del sexo.
La mítica condesa Bathory y sus baños en sangre de doncella y la historia de Lucrecia Borgia, con la tempestad por ella provocada sobre el Vaticano renacentista, centran los siguientes episodios, visualmente generosos, muy bien expuestos por Borowczyk en tanto que conocedor del fantasma sexual que esconde en su intimidad cada espectador. Entre ellos, Teresa filósofa, un texto erótico del siglo XVIII puesto en imágenes por el realizador polaco-francés sin perder un ápice de su virulencia anticlerical. La critica acogió de manera dispar Cuentos inmorales, aunque no se produjeron desautorizaciones globales. Para algunos, el cineasta pone demasiado remilgo, para otros, esa escenografía tan meticulosa es una manera de hablar de erotismo sin proponer una oferta directa de sexo.
Estos cuatro cuentos de Borowczyk nos remiten a otro pequeño mito erótico que habrá cruzado fugazmente nuestras pantallas horas antes: Lilian Harvey. Probable descarte del todavía reciente ciclo sobre el musical alemán de los treinta, Una mujer al volante castigará sin remedio a quien la vea esta tarde, y siendo como es su tema el de la mujer de negocios -¿se inspiró Pakula en esta vieja lata?-, la bronca puede ser de órdago.
Una mujer al volante se emite hoy a las 15.35 horas por TV-1. Cuentos inmorales se emite hoy a las 0.30 horas por TV-1.
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